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((**Es8.660**) autoridad lo permitiera. Don Bosco pidió licencia para ello al Vicario Capitular y, una vez obtenida, se puso a estudiar su trabajo. No obstante, la comunicación de dicha amonestación y la forma en que estaba redactada fue un golpe doloroso para él que tenía un corazón muy sensible; solamente su virtud, su devoción al Vicario de Jesucristo y su amor a Pío IX le prestaron fuerzas para soportarlo. Sin embargo, aunque habitualmente apareciese tranquilo y sereno, en ciertos momentos, debió ser muy grande su abatimiento. Cuántos pensamientos dolorosos, que no demostraba, debían venirle a la imaginación y confundirse en un haz de espinas, ligadas con la duda: <<>>Y si esto llegase a ser del dominio público, por confidencias indiscretas o por malignos intereses, tanto en Roma como en Turín?>>. Le parecía una mancha grave sobre el nombre del fundador de una Congregación religiosa y tal vez un impedimento para conseguir ulteriores aprobaciones para su Pía Sociedad y los privilegios que con tanta insistencia solicitaba. Además, ante ((**It8.777**)) sus muchachos, >>no habría podido perder parte de su prestigio, con daño para las almas y las vocaciones? Y la desconfianza, >>no se habría abierto camino también entre los socios Salesianos, algunos de los cuales eran continuamente instigados con lisonjeras promesas para pasarse al clero secular? Y íqué descrédito y daño para las Lecturas Católicas! Los protestantes se habrían alegrado al ver destrozada aquella arma formidable que en vano habían intentado tantas veces arrancarle de las manos. Pero, sobre todo, debía sentirse herido en la parte más sensible del corazón, íal ser acusado de no haber sostenido la Autoridad Pontifícia! Acusado él, que habría dado la vida por el Papa, antes de ocasionarle el más mínimo disgusto. Pero Dios, que había permitido esta prueba, no consintió ningún deshonor para su Siervo. La carta de monseñor Módena anunciando la decisión tomada por la Sagrada Congregación llevaba fecha del 29 de abril y el 14 de mayo no había llegado ni siquiera un rumor al despacho de la Civiltá Cattolica. El P. Oreglia, escribía el 14 a don Juan Bautista Francesia, pidiéndole muchas noticias importantes de Turín, y no hacía la menor alusión a lo que tanto angustiaba a don Bosco. <(**Es8.660**))
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