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((**Es8.651**) cierta prisa, por lo que, si no pudiese llevarla, échela en cualquier buzón y así la recibirá antes y pronto. Las otras van cerradas en un sobre para la marquesa Villarios; ella las distribuirá a los destinatarios. Si pudiese hablar con esta señora vería una reproducción de santa Francisca Romana. Que Dios la bendiga y el ángel del Señor la acompañe y defienda de todo mal en la ida, la permanencia y la vuelta. Tenga la bondad de saludar a la familia del señor conde Eugenio y al señor Francisco, a quienes deseo todo bien espiritual y temporal. Ruegue por mí, que con gratitud me profeso De V.E. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. El cardenal Antonelli le respondía: Ilustrísimo Señor: Si hasta ahora quedaron sin respuesta las dos últimas cartas de V. S. Ilma. del 20 de marzo y 5 de abril p.p., fácilmente habrá comprendido la razón, sabiendo como sabe la multitud de asuntos a que está sometido mi ministerio. Por lo que hace a la primera carta, monseñor Berardi compensa mi tardanza con lo que ya le ha escrito acerca del asunto. Todavía está en período de examen en la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares y yo no tengo por ahora nada más que añadir a lo ya dicho por otros: puede estar seguro de que tendré muy en cuenta las observaciones que usted indica acerca del punto a que se referían la carta y los folios correspondientes. En cuanto a la segunda carta he sabido con gran satisfacción que universalmente han sido bien acogidos los nombramientos para las sedes episcopales en ella mencionadas. Conforta mucho esto, después de los cuidados que se han tomado para elegir unos pastores sagrados como hoy especialmente se requieren para el buen gobierno de las diócesis. Tales cuidados son la mejor garantía para los propósitos que condujeron aquí a los dos recomendables eclesiásticos que trajeron dicha carta. A este propósito no ((**It8.767**)) hace falta decir de cuánto consuelo sea para la Santa Sede el poder generalizar la importante operación para las Sedes que todavía están vacantes; y consiguientemente cuánto le entristece el ver que, por la parte comprometida a entenderse con ella, no se manifieste el deseo de proseguir en dicho camino, como se podía presumir por las negociaciones iniciales. Sería, por tanto, deseable que, por medio de alguna influencia, se procurase prudentemente mover en las regiones competentes dicho estancamiento. No he dejado de tomar con la debida consideración sus últimas designaciones y en particular las muy justas cartas comendaticias a propósito del digno prelado que desde hace tanto tiempo derrocha su celosa labor en pro de las diócesis huérfanas. Añadiré además una palabra sobre la tarjeta que manda separadamente, asegurándole que será tenido en cuenta oportunamente cuanto en ella se anota. Agradeciéndole sin límites el piadoso recuerdo que de mi persona tiene ante el Altísimo, no ceso de invocar recíprocamente sobre su muy merecedora persona la (**Es8.651**))
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