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sacerdote turinés. Estaban escritas por el
canónigo Lorenzo Gastaldi y con tanta unción que
sirvieron como de vademécum para el clero en
general y particularmente para el que crecía,
trémula esperanza de la Iglesia.
El teólogo Vola, muerto el 6 de febrero de 1858
a la edad de sesenta y un años, fue modelo de
sacerdotes y gran amigo de don Bosco y del
Oratorio.
Para mayo se debía publicar la Historia de la
Inquisición y algunos errores falsamente imputados
a la misma, por el sacerdote Pedro Boccalandro,
rector de San Marcos en Génova, en la que se hace
alusión a las horribles y sanguinarias
inquisiciones de los protestantes calumniadores
contra los católicos.
Se añadieron al fascículo unos apéndices, cuyas
pruebas, corregidas por don Bosco, y algún que
otro parrafito de su puño y letra, guardamos. Es
un desahogo de su ardiente devoción a la Virgen
María.
El primer apéndice es una bonita narración que
lleva por título:
María, providencia y socorro de quien la invoca.
El lo termina así:
<>.
El segundo apéndice, titulado Variedades,
comprende cinco ((**It8.61**)) ejemplos
sobre la protección de María, invocada y obtenida.
El quinto ejemplo describe la aparición de María
Santísima a san Estanislao de Kostka, enfermo,
cuando le dio orden expresa de entrar en la
Compañía de Jesús. Don Bosco añade de su propia
mano: <>.
Mientras tanto, don Bosco estaba escribiendo la
vida de la venerable Sierva de Dios, María de los
Angeles, de Turín, monja profesa del Instituto de
las Carmelitas Descalzas. El 14 de mayo de aquel
año era el señalado para la solemnidad de la
beatificación de esta Venerable monja, en la
Basílica Vaticana, con los ritos de costumbre.
(**Es8.65**))
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