((**Es8.642**)
hombros. Volvióse y vio al Marqués, el cual,
sumamente conmovido, le dijo que su señora le
rogaba que volviese a casa.
->>Está peor?, preguntó don Bosco.
-íNo!, replicó el Marqués.
Volvió de nuevo a la casa y se encontró con una
señora que le esperaba en la sala y le preguntó si
buscaba a la Marquesa. Don Bosco respondió que sí.
-Pues bien, añadió aquélla, vayamos a verla en
su cama.
Llegó don Bosco a la habitación y, con gran
sorpresa suya, vio la cama vacía. Aquella señora,
que era la Marquesa en persona, le dijo:
->>Conoce a la Marquesa?
Lo entendió don Bosco y exclamó:
->>Es, tal vez, usted?
-Yo soy precisamente: aquí tiene las quinientas
liras para su iglesia de María Auxiliadora.
Don Miguel Rúa dio testimonio de ello; y el
mismo don Bosco, enalteciendo a la Virgen, narró
varias veces el hecho milagroso.
Pero no era menos sorprendente en él la
intuición con que juzgaba si un enfermo curaría o
no. Cuenta Juan Bisio: <((**It8.756**)) enferma
que no estaba tan grave como para temer la muerte.
Después que la animó y la bendijo, preguntóle la
familia si la madre curaría.
-Roguemos, roguemos, respondió simplemente el
Siervo de Dios. Al oír estas palabras y el tono
con que las pronunció, la familia y yo quedamos
convencidos de que la enferma iba a morir.
Efectivamente, después de ocho o diez días, dejaba
de existir.
José Brosio, el bersagliere, recordaba: <>.
El mismo Brosio añadía:
<(**Es8.642**))
<Anterior: 8. 641><Siguiente: 8. 643>