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CAPITULO LXIII
DON BOSCO VELA DE MODO PRODIGIOSO POR SUS ALUMNOS
- SALUDABLES CONSEJOS Y PALABRAS - AMONESTACIONES
Y MODOS PATERNALES - ALGUN AVISO A LOS SACERDOTES
- EFICACIA DE LAS BENDICIONES DE DON BOSCO: DOS
MUCHACHOS CURADOS - OTRAS DOS CURACIONES - VA A
VERCELLI Y CURA A UNA SEÑORA ENFERMA - CONOCE QUE
ALGUNOS NO CURARAN - AMONESTA CON UNA GRACIOSA
NARRACION A UN ENFERMO, ANGUSTIADO POR EL MIEDO A
LA MUERTE - LA MEDALLA DE MARIA AUXILIADORA -
CONDICIONES PARA PEDIR Y OBTENER LAS GRACIAS DEL
SEÑOR - UNA OFRENDA DESDE PARIS PARA LA NUEVA
IGLESIA
LAS graves ocupaciones de don Bosco no le impedían
pensar saludablemente en sus muchachos. Ya hemos
visto que hizo escribir desde Roma que había
visitado el Oratorio y había observado lo que
hacía cada uno de ellos; y, cuando estuvo de
vuelta, supo decir privadamente a cada uno su
conducta, su moral durante los dos meses de su
ausencia. Pero, si había velado por ellos desde
lejos, mucho más ahora que estaba a su lado. En
las mémorias correspondientes a este año
encontramos anotados algunos hechos similares a
los sucedidos en años anteriores y que veremos
repetirse todavía.
Parece imposible que don Bosco tuviese
continuamente bajo sus ojos su numerosa comunidad,
ya se hallase reunida ((**It8.749**)) en un
solo lugar, ya anduviera esparcida por un lado o
por otro, de modo que no perdiese de vista a
ninguno de ellos. Si podía, iba siempre a rezar
las oraciones de la noche en común; pero con
frecuencia debía quedarse en el comedor para oír
un informe o dar una orden, o bien permanecía o
subía a su cuarto para escribir una carta. Pues
bien; más de una vez dijo a sacerdotes y a
clérigos que estaban con él en las oraciones:
-Vete a mirar en aquel sitio del recibidor: hay
allí algunos que en vez de rezar se divierten;
junto a la pared, en aquel rincón, se duerme, se
charla.
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