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Otro luto había conmovido el día anterior al
Oratorio. Moría de pena, en Lanzo, ante un
gravísimo disgusto de familia, el joven Julio
Gladini, enviado allí por don Bosco para que, en
medio de aquellos montes, se distrajese y se le
quitase la desoladora tristeza.
Mientras tanto, el caballero Oreglia había
partido para Roma con el fin de atender al aumento
de la difusión de las Lecturas Católicas, al
reparto de las listas de los premios de la tómbola
y de los catálogos de la librería del Oratorio.
Tenía que tratar con los periodistas católicos,
con los libreros, con los encargados de las
asociaciones, con los principales bienhechores de
las ciudades por las que pasara. En Florencia se
alojó en casa del barón Arnaudi y se entretuvo con
el Arzobispo, quien hizo que le hablara de don
Bosco durante más de una hora.
El 23 de abril escribía a don Miguel Rúa acerca
de lo hecho y lo que debía hacer en la imprenta,
de los encargos por cumplir y los envíos de los
boletos premiados y de los libros prometidos. Le
comunicaba asimismo los saludos de monseñor
Frescobaldi, del reverendo Campolmi, de la
princesa Boutourlin, de la condesa Soranzo, y de
muchas otras personas que se interesaban por las
Obras Salesianas, y también las esperanzas que
todos tenían de poder volver a ver a don Bosco en
Florencia en el mes de mayo. Pedía noticias del
asunto ((**It8.747**)) de las
Lecturas Católicas con el Obispo de Ivrea aún no
concluido por entonces.
Don Bosco hizo que le respondiera: <>.
El día 26 estaba el Caballero en Bolonia con el
padre Lanzerini, fundador del Hospicio de la
Inmaculada, en la calle Galliera, y esperaba
encontrarse el 30 en Roma. Entre otros muchos, le
esperaba don Alejandro Aicardi, quien desde el 3
de abril le manifestaba su deseo de encargarse de
hacer gestiones para algún nuevo Obispo del
Piamonte, y decía: <>.
Esta carta del Caballero fue consignada a don
Bosco, juntamente con otra escrita para él por el
Vicario General y Capitular de Fossano, monseñor
Guillermo Marengo, el 20 de abril de 1867.
La preciosa carta de V. S. Ilma., recibida
ayer, me ha conmovido grandemente el corazón y
reavivado en mí la esperanza de que pronto sea
nombrado el Obispo para esta diócesis vacante. Le
aseguro, Caballero, que es esperado con la mayor
ansiedad, por todo el clero y por los seglares.
Ayer cuando comuniqué la noticia, que
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