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idea de entregar la mitad a su Instituto y que no
ganó nada, beso afectuosamente su mano y con
respetuoso aprecio me repito,
De V. S. Rvma.
Afectísimo y seguro servidor
JUAN BAUTISTA FRATEJACCI
Roma, 8 de abril de 1867
Esta carta, espléndida muestra de la deferencia
que muchos eminentes prelados tenían con el
Venerable, aunque le animase a tener confianza, no
podía hacerle creer que se superarían fácilmente
las oposiciones. Pero don Bosco esperaba tranquilo
que la divina Providencia ((**It8.743**))
dispusiese los acontecimientos como quisiera para
su mayor gloria.
Al mismo tiempo le producía una inmensa alegría
el pensar en las solemnísimas fiestas que se
preparaban en Roma, y animaba a sus amigos para
que fueran en peregrinación a la tumba de san
Pedro.
Escribía al teólogo Juan Appendino, prior en
Villastellone, la siguiente carta:
Muy querido señor Teólogo:
También yo deseaba hablar con usted, pero no
pude; espero hacerlo en breve; en fin, venga a
pasar un día con nosotros y le entregaré una
medalla bendecida por el Santo Padre.
En cuanto usted y alguno de sus amigos vayan a
Roma, les daré con mucho gusto una carta de
presentación para alguna persona con la que tengo
especial relación en la santa ciudad.
Buenas fiestas, querido amigo. Dios bendiga a
usted, sus trabajos y familia; ruegue por mí y por
mis pobres muchachos y créame siempre en el Señor,
Turín, 18 de abril de 1867
Su afectisimo alumno
JUAN BOSCO, Pbro.
Por aquellos mismos días se había mandado a los
sucriptores de las Lecturas el número de abril que
se titulaba: Novedades y narraciones de varios
autores para uso de los jóvenes. Los autores eran
Silvio Péllico, César Cantú y José Manzoni.
Además de diversas narraciones, se incluían
ocho anécdotas sobre la admirable caridad de Pío
IX, contadas por el escritor francés Alfonso
Baleydiet. Comenzaba el fascículo con la siguiente
nota: <(**Es8.631**))
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