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monstruoso estado de inclinación de toda su
persona; 3.°, la señora Isabel Forti, esposa del
caballero Forti, ciega de ambos ojos, que promete
igualmente una buena limosna, si recobra la vista;
4.°, finalmente le recuerdo a mí mismo, a la buena
Inés y a toda mi familia que V. S. conoció aquí en
mi casa. No deje de rogar por nosotros.
El Cardenal Vicario.-Hoy mismo, en la comida
que ha dado su Eminencia, con ocasión de la
consagración de monseñor Franceschini, Obispo de
Macerata, me llamó S. E. aparte, me mostró la
carta que le escribió V. S. juntamente con el
certificado de alabanza y recomendación firmado el
28 de marzo de 1867 por monseñor José Zappata,
Vicario Capitular, en favor de V. S. y de su
Instituto, con el fin de que haga de su nombre el
uso que estime más oportuno.
Creo que lo mejor será guardarlo yo por el
momento, porque si bien en dicho certificado se
hace mención de los alumnos eclesiásticos que
salen de dicho Instituto, y se les recomiendan al
Santo Padre para las gracias que estime oportunas
para ellos, no se habla ex profeso del indulto
para la Sagrada Ordenación. Por consiguiente,
siempre que se pueda esperar del nuevo arzobispo
Riccardi, con el concurso de monseñor Cerruti,
Obispo de Savona, una carta comendaticia ad
hominem (que sea respuesta directa) y pueda ésta,
junto con las de dos o más Obispos, presentarse a
la Sagrada Congregación, el certificado del
Vicario Capitular servirá de acompañamiento a
aquéllas y hará también su fuerza; pero ((**It8.742**)) por sí
solo poco valor podría tener, y, a lo mejor, hasta
pudiera hacer daño. Por ahora no se propone la
causa: mientras tenemos tiempo, haga V. S. lo que
le indico, sirviéndose de monseñor Cerruti, y verá
que todo saldrá según sus deseos. Dejemos actuar
aquí en Roma al cardenal De Angelis y al cardenal
Corsi, a quien iré a hablar de lo que se necesita.
Hagamos que escriban el Arzobispo de Turín, el de
Savona y cuantos crea V. S. que puede tener a su
favor. Mientras tanto tenga todo preparado,
mándeme las copias que le señalo de las Reglas, y
cuando todo esté a punto y la opinión de los
Cardenales y del Santo Padre bien dispuesta,
enseguida se dará curso a la proposición de la
causa, que espero confiadamente tendrá éxito
felicísimo.
La situación presente entre Italia y Francia va
empeorando día a día. Que Dios nos proteja a todos
y a su Iglesia y haga que todo sirva para bien de
la religión y de la sociedad tan mal tratada hasta
ahora. Tengo presente a diario en la santa misa a
V. S. y su Instituto, pero ruegue V. S. con tesón
por mí, según mis intenciones, que seguramente
serán útiles también a su Instituto, si el Señor
se digna escucharlas.
Fray Buenaventura de Módena, Superior General
de los Hospitalarios de la Concepción, que anda
ahora con la fundación de un nuevo hospital en
Cento, junto a Bolonia, me escribe desde allí una
carta y me ruega avise a V. S. que, como él no se
encontraba aquí en Roma cuando fuimos a visitarle
a la casa de Pío V, desea ir él a verle en Turín.
Recuérdele V. S. el crucifijo que yo le llevé como
regalo, en su nombre, y no se olvide de hacerle
saber que así se lo indiqué. Verá qué buen
religioso es fray Buenaventura.
Con muchos saludos y respetos de mi parte y del
cardenal Consolini, que siempre le recuerda al
marqués Luis, su hermano, enfermo en Sinigaglia;
de todos los de mi casa, especialmente de Inesita,
que un día jugó un terno 1 de diez mil con la
1 Terno.-Era la suerte de tres números en el
juego de la lotería primitiva. (N. del T.)
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