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los que se concedió el indulto de ordenar diez o
doce clérigos, indulto que se va prorrogando y
renovando sucesivamente. Estas dos Congregaciones
no tienen votos solemnes, y sus Reglas o
Constituciones no han sido hasta ahora formalmente
aprobadas por la Santa Sede. Ahora bien, si en
circunstancias menos graves y urgentes no ha
dudado la Santa Sede en conceder tal indulto,
>>cómo podría negarlo convenientemente al
Instituto de los sacerdotes de San Francisco de
Sales que surge en medio de tantas tempestades
políticas y religiosas entre las que se debate al
presente Italia? Si hic et ille, cur non ego?
(>>Si éste y aquél, por qué no yo?)
Monseñor De Falloux.-Tenga en cuenta que
monseñor De Falloux, Secretario de la Disciplina
Regular, es en general muy contrario, como ya le
manifesté de palabra. Una tarde comencé a impugnar
algunas de sus proposiciones en presencia de un
Cardenal. También se mostró contrario Monseñor
Mónaco La Valletta, Asesor del Santo Oficio.
Sírvase V. S. prudentemente de estas noticias para
valerse de ellas en el momento oportuno, pero con
suma reserva.
Y basta sobre este asunto.
Debo interesar ahora a V. S. sobre otras
cuestiones.
La Princesa Odescalchi, a quien visité hace
varios días para un asunto de mi despacho, me
habló de V. S. con verdadero transporte. Me
encargó que le saludara y presentara sus respetos
y que le dijera que su hermana está muy agradecida
a V. S. por cuanto ha hecho por el alma de su
hijo, fallecido hace poco en Francia. La buena
señora mostró el deseo de recibir alguna de las
cartas que usted le había prometido. Yo no he
dejado de excusarle diciendo que V. S. está
actualmente muy ocupado.
Si puede escribirle unas líneas e incluirlas en
una de las dirigidas a mí, yo mismo se la llevaría
a tan piadosa y respetablé señora que tanto le
aprecia.
El retrato.-No he podido hacer ninguna
observación sobre la publicación del retrato de V.
S. porque ya han pasado más de veinte días desde
que se llevó a cabo. Puede estar seguro que me
alegro sinceramente de todo cuanto pueda ser útil
a su Instituto y a los santos deseos que ((**It8.741**)) le
animan. El temor que yo compartía con el bonísimo
monseñor Manacorda sobre el particular era y es
hijo del amor. Estaba ya dictado por la prudencia
necesaria ante los tiempos y las personas que nos
conducen. Pero quiero de veras esperar que omnia
cooperentur in bonum (todo sea para bien).
El Cardenal Antonelli.-Se encuentra muy bien de
salud y puede decirse que casi curado. Me lo
aseguraba esta misma tarde un Cardenal, que le ha
visto hoy, después del paseo. Laus Deo! (íAlabado
sea Dios!)
Monseñor Manacorda.-Ha tenido un gran disgusto
sin merecerlo. El es muy adicto a V. S. Necesita
una palabra que le conforte. Por el aprecio que le
tengo, ruego a V. S. resarcirle en parte del
sinsabor recibido del C. V., que hospedó a V. S.
Conoce muy bien V. S. que hasta los más intrépidos
varones pueden sufrir errores; y esto no disminuye
en nada la alta estima debida al óptimo señor
C.-Homines sumus (Hombres somos).
Lecturas Católicas.-Con mucho gusto recibí y
leí los dos números de las Lecturas Católicas: El
Centenario de San Pedro y el de San José. Deseo
saber si le debo algo y cuánto, por éstos y por
los siguientes.
Varias piadosas personas.-Cada día me encargan
que ruegue a V. S. encomiende en sus oraciones y
las de sus muchachos a las personas que le
presenté en mi casa: 1.°, la señora Sofía
Frigiotti que no puede comulgar por el asma que la
ahoga; 2.°, el señor Juan Bautista de Dominicis,
encorvado por la espina dorsal, cuya esposa ha
prometido, como ya le dije, una buena limosna si
su marido se ve libre del
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