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piedad, y que el dicho Instituto resulta de
grandísima utilidad para los jóvenes instalados en
las antedichas condiciones.
Habiéndosenos pedido ahora una nueva
recomendación, no sólo confirmamos de buen grado
en todas sus partes la antes aludida, sino que
además declaramos que la Casa persevera con el
mismo buen orden y que dicho sacerdote da siempre
nuevas señales de piedad, de celo y solicitud que
desde entonces acá, habiendo ampliado dicho
Instituto, del cual han salido y siguen saliendo
cada día mayor número de jóvenes religiosa y
civilmente educados, con capacidad para ganarse el
sustento en las distintas artes y oficios y que
algunos se han distinguido en el estado
eclesiástico, se ha hecho merecedor de particular
testimonio para conseguir aquellas gracias que el
Santo Padre juzgue conveniente concederle.
Turín, 28 de marzo de 1867
JOSE
ZAPPATA, Vic. Gen. Cap.
T. JOSE
GIUSTETTI, Secretario.
(Lugar del sello)
Pocos días antes el Venerable se había
encomendado al cardenal Constantino Patrizi,
Vicario General de Su Santidad, y había recibido
la siguiente respuesta:
Reverendo Señor:
La piadosa indiscreción de los romanos me quitó
la satisfacción de poderme entretener con usted
por lo largo, durante su permanencia en esta
capital; ((**It8.736**)) pero
espero ser más afortunado en otra ocasión, que
preveo no andará muy lejos, de su retorno a Roma;
siempre y cuando no se vea entonces asediado por
la turba de devotos que no le dejen un momento de
respiro.
Me he ocupado del asunto que trata en su carta
y, después de una conversación con el buen Abad
Frateiacci, ya informado de todo, he escrito una
breve noticia al cardenal Quaglia, Prefecto de la
Sagrada Congregación. La dificultad que se
encuentra para conceder el privilegio de las
dimisorias para los ordenandos es la muy
relevante, de que el Instituto, hasta la fecha, no
ha sido más que alabado por la Santa Sede y no
aprobado, por lo que no habiéndose nunca concedido
privilegios y gracias extraordinarias, como sería
ésta de las dimisorias, más que a los Institutos y
Congregaciones ya aprobados, es muy difícil que se
derogue este uso, por otra parte muy razonable.
Podría darse que las circunstancias particulares
que concurren en este nuevo Instituto inclinasen
al Santo Padre a hacer una excepción, y ésta es la
gracia que se implora, y se verá si puede
obtenerse; creo que ayudaría mucho a ello una
carta comendaticia del Arzobispo, de cuyo derecho
se trata especialmente en este asunto.
Basta; si el Señor lo quiere y es para el bien
del Instituto, todo resultará, y mientras tanto,
con la oración y con los debidos medios humanos se
procurará solicitar el éxito.
Téngame presente en sus oraciones y créame
lleno de estima y adhesión.
Roma, 29 de marzo de 1867
Su afectísimo
C. Cardenal PATRIZI
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