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el Santo Padre se dignaba recibirme en audiencia
privada. Postrado entonces a su pies, le pedí los
siguientes favores:
1.° Una bendición especial para todas las
familias que en algún modo y medida han concurrido
a sostener las obras de los Oratorios con su
beneficencia y especialmente para los que
promovieron la tómbola, cuyo producto está
destinado a ultimar la iglesia dedicada a María
Auxiliadora, en construcción en Valdocco, barrio
de la ciudad de Turín.
2.° Indulgencia plenaria para los mismos, cada
vez que, confesados, reciban la santa Comunión.
3.° Indulgencia plenaria in artículo mortis.
El Santo Padre, con bondad verdaderamente
paternal, alabó a los caritativos bienhechores,
les concedió con efusión de su corazón los favores
implorados, y me autorizó para comunicárselo a
todos los interesados.
Mientras cumplo con este gratísimo deber, le
ruego reciba este nuevo rasgo de benevolencia del
Supremo Jerarca de la Iglesia, juntamente con mi
más profundo reconocimiento. Persuadido de que
este año, gracias a la continuación de su ayuda,
tendremos la satisfacción de ver inaugurado el
suspirado templo para el culto divino, le aseguro
que no dejaré de rogar a Dios para que con sus
celestes bendiciones le recompense dignamente en
el tiempo, y después un día le haga plenamente
feliz en la eterna bienaventuranza.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Esta circular fue recibida con sumo
reconocimiento por los bienhechores. Cada correo
llevaba a don Bosco cartas de gratitud, las
cuales, por lo general, expresaban los mismos
pensamientos ((**It8.716**)) de fe y
de afecto al Siervo de Dios. La condesa Carolina
Lützow, amiga de la marquesa Vitelleschi, cuya
familia, ilustre en la diplomacia, sostenía
correspondencia epistolar desde hacía muchos años
con el Oratorio, escribía en francés al caballero
Oreglia, desde San Vito cerca de Turín, donde
acostumbraba pasar algunos meses del año.
<>Me dirijo a usted para rogarle que le
testimonie mi más vivo reconocimiento por las
inapreciables gracias que ha pedido al Santo
Padre. Mi madre me encarga lo mismo en su nombre.
Estamos conmovidas al ver que ambas hemos sido
incluidas en el número de los que reciben la
indulgencia y la bendición del Santo Padre,
nosotras que hemos contribuido tan poco a su
hermosa obra. Cada vez que podamos alcanzar la
indulgencia plenaria concedida por el Santo Padre,
bendeciremos el nombre de don Bosco, rogando al
Señor le recompense por habernos procurado tan
gran beneficio y bendiga siempre más y más sus
caritativas fatigas>>>>.
Desde Cerdeña y con fecha del 16 de marzo, el
teólogo Felipe Campus, canónigo y párroco en
Sássari, escribía a don Bosco:
(**Es8.608**))
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