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((**Es8.606**) -Si es así, le bendigo. Su Eminencia no necesita de mi bendición ((**It8.713**)) mientras que yo necesito de su dinero. Y se levantó y le bendijo. Salió don Bosco de Fermo para llegar a Forlí a las once y media de la noche. El señor Obispo, íntimo amigo del conde Vimercati, deseaba conocer al Venerable y habiendo manifestado su deseo al Conde, don Bosco había creído conveniente acceder a su invitación. Desde Fermo le había comunicado la hora de su llegada; así que, en la estación tomó un coche y se hizo llevar directamente al palacio episcopal, seguro de que le esperaban. Pero se encontró con las puertas y ventanas cerradas. Por mucho que llamó nadie salió a abrir, le tocó ir a la fonda de Falcone. Fue recibido con toda cortesía, sobre todo por cuanto don J. B. Francesia, bromeando, empezó a tratar a don Bosco de excelencia, con lo que los camareros creyeron se trataba de un prelado. Al día siguiente, acompañado por don J.B. Francesia, fue a celebrar misa en el célebre santuario de Nuestra Señora del Fuego, donde tuvo lugar la conversión del Beato Peregrino Laziosi, y pidieron permiso para ello. ->>Llevan el célebret 1? preguntó el sacristán. -Este es don Bosco, respondió Francesia. ->>Don Bosco el de Turín? -íEl mismo! Fue suficiente. El sacristán sacó a toda velocidad una de las más bonitas casullas, que había sido usada por Pío VII, y acompañó a don Bosco al famoso altar de la Virgen. Después de celebrar, fueron a visitar al Obispo, el cual acababa de recibir aquella mañana la carta con el aviso de su llegada. Con suma cortesía y satisfacción recibió al querido huésped, se entretuvo largo rato con él y a las once lo sentó a su mesa, a un espléndido banquete de pescado, improvisado, ya que don Bosco tenía que partir a la una y media de la tarde. Monseñor no comió, porque estaba acostumbrado a hacerlo a la una de la tarde. Don Bosco llegó a Bolonia a las cuatro y cuarto, detúvose en casa ((**It8.714**)) del Marqués de Malvasía, y a las tres de la madrugada salía para Turín a donde llegaba hacia el mediodía del 2 de marzo. Describir el alborozo y la alegría de los muchachos, las músicas y los preparativos del patio, no sería cosa fácil. 1 Célebret. -Documento que, antaño, solían llevar los sacerdotes para acreditar su condición de tales (N. del T. ) (**Es8.606**))
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