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abiertos, observando que, después de dar algunas
vueltas más, fue a posarse sobre Antonio Ferraris,
muchacho de trece años, natural de Castellazzo
Bórmida.
Don Bosco lo reconoció perfectamente y se
despertó.
Apenas despierto, para cerciorarse de que no
dormía, comenzó a batir palmas y, mientras
reflexionaba sobre lo que había visto, hacía este
ruego:
-Señor, si esto no es un sueño, sino una
realidad, >> cuándo deberá verificarse?
Se durmió nuevamente y he aquí que en el sueño
reapareció el mismo personaje, el cual le dijo:
-Ferraris es el que debe morir, no hará dos
veces más el ejercicio de la buena muerte.
Y desapareció.
Entonces don Bosco se persuadió de que aquello
no era un sueño sino una realidad. Por eso puso
sobre aviso a los muchachos.
Ferraris, por entonces, se encontraba bien.
Don Bosco renovaba de vez en cuando el recuerdo
de su predicción.
El día primero de marzo había sido llevado a su
casa un muchacho de trece años, llamado Juan
Bautista Savio, natural de Cambiano, como se lee
en el libro registro del Oratorio. El pequeño
aprendiz era víctima de una grave enfermedad y se
había corrido la voz de que era él precisamente
aquél cuyo fin había anunciado don Bosco.
Pero el Siervo de Dios refutó aquella opinión,
en su charla de la noche del 3 de marzo, viernes.
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3 de marzo
Esta noche quiero hablaros de política; pero,
no de la política exterior, sino de la interna, de
nuestras cosas, de las cosas de casa. En primer
lugar, ya ha comenzado la cuaresma y hay que
santificarla con buenas obras. Los que están
obligados al ayuno ya saben lo que deben hacer sin
que yo se lo indique; y los otros >>no tendrán
nada que hacer? También ellos deberán realizar
alguna obra buena, y ya que no pueden ayunar,
suplan con algo el ayuno. Os daré un medio para
santificar estos días: la confesión y la comunión
frecuentes para obtener del Señor las gracias que
necesitamos. Estos días son los aceptables del
año: sunt dies aceptabiles, dies salutis.
Os he anunciado ya que uno de nosotros tiene
que morir. Vosotros me diréis:
->>Acaso no se referirá al aprendiz Savio?
-Os respondo sinceramente que no.
->>Quién es, pues?
-Solamente el Señor lo sabe. El tal está entre
vosotros, ha oído mi aviso y espero que habrá
hecho bien su último ejercicio de la buena muerte.
íEstad, pues, todos preparados! No es necesario
que yo lo diga, lo dijo nuestro divino Redentor
hace(**Es8.59**))
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