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días después de la bendición, con su estupor y el
de otros, había salido e ido personalmente a
agradecer al Señor la curación obtenida. Por
diversos sitios han sucedido otros hechos
similares.
Don Bosco habló por lo largo con el Papa de
nuestros bienhechores, especialmente del caballero
Javier Collegno, del caballero Clemente Villanova,
y del marqués de Fassati y, después de la petición
formal, el Pontífice concedió a éstos y a otros
tres señores, que usted ya conocerá, nada menos
que el título de Comendador de la Orden de San
Gregorio Magno. Todos están maravillados de la
facilidad con que don Bosco pudo obtener eso.
Y crece el estupor al saber que el Papa ha
concedido estas seis cruces sin querer determinar
las personas, deseando que fuesen condecorados
aquéllos, a quienes don Bosco tuviera a bien
otorgar este honor. >>Qué será lo que no obtenga
don Bosco del buen Pío? Pronto llegarán los
diplomas auténticos de la gracia soberana.
El domingo 24 iré a ver la fiesta del nuevo
Siervo de Dios elevado al honor de los altares y
me acordaré mucho de usted y de todos mis queridos
amigos del Oratorio.
J. B. FRANCESIA, Pbro.
En una tercera carta, dirigida por él mismo a
los alumnos del Oratorio, seguía hablando con
entusiasmo del amadísimo Padre.
Mis queridos amigos:
Parece que nuestra vuelta al Oratorio se
retrasa. íSi vieseis qué cantidad de gente hay
siempre, también vosotros condividiríais mi temor!
íSi vierais con qué alegría corren los muchachos
romanos hacia don Bosco! El otro día estuvo de
nuevo en el Colegio Nazareno y le leyeron un
bellísimo discurso de alabanza, dirigido a
vosotros. íCuántos elogios a vuestra suerte,
queridos amigos! Os lo mandarán en breve.
Son muchachos ricos, que se sienten pobres al
lado vuestro, porque tenéis la fortuna de poseer a
don Bosco. Con qué transportes de filial devoción
besaban su mano y con qué confianza le hablaban de
su alma. Están más que convencidos de que don
Bosco conoce sus conciencias, mejor que ellos, y
con franqueza juvenil ((**It8.682**)) le
preguntaban. Vosotros, que estáis acostumbrados a
la vida del Oratorio, no podríais hacerlo con
mayor confianza. Qué sonoro estallido producían
estos muchachos con sus labios al besar la mano de
nuestro don Bosco: parecía que con aquel beso
querían decirle muchas cosas, que ciertamente le
decían. Y los buenos Padres, directores del
Colegio, estaban siempre al lado para honrar,
reverenciar y obsequiar a don Bosco. Vosotros
ciertamente le queréis, pero me pareció en aquel
instante que estos muchachos os ganaban. Conocían
quién era don Bosco; quizá no todos vosotros le
conocéis. Don Bosco os escribirá pronto y os
descubrirá a todos la vida, virtudes y milagros
que habéis hecho durante todo este tiempo.
Escuchadlo como se merece.
Seguramente os habéis dado cuenta de que os
predico el sermón y empezáis a bostezar. Lo que
vosotros queréis son noticias de don Bosco.
Cambiemos, pues, de tema.
Hace pocos días conversaban dos de nuestros
conciudadanos, cuando oyeron este diálogo entre
dos personas de la calle:
-Oye, >>has oído hablar de ese cura que ha
venido de lejos y que hace tantas cosas
maravillosas?
-Sí, respondió el otro, y está en San Pedro ad
Vincula.
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