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Estos y otros tales pensamientos son los que me
asaltan con tal vo, mientras escribo y me siento
verdaderamente emocionado. íQue Dios nos oiga! ta
carta, no estoy seguro, tal vez sea la última que
recibáis desde ma, tan difusa, y diría yo, casi
histórica; otra os dirá el día fijo en que don
Bosco partirá de Roma hacia Turín. Suspiro por ese
día.
Esta noche me sucedió algo que, al principio,
me produjo miedo, pero después alegría. Don Bosco
tardó mucho en llegar a casa; no entró hasta
después del A ve María. Apenas bajó del carruaje,
tres gendarmes pontificios se le echaron encima.
Has de saber que junto a nosotros se halla un
cuartel de carabineros, para guardar el orden
público en estos lugares un tanto apartados de la
ciudad.
Le agarraron las manos como suelen hacer cuando
apresan a los malhechores.Yo no sabía qué hacer.
No quería escapar, ni podía gritar. >>Qué sucedía?
Uno de los gendarmes sentía fiebre desde hacía ya
varios meses, ((**It8.665**)) tanta
que le había reducido a un estado que parecía un
esqueleto. Al ver la multitud de personas que
acudía a recibir la bendición de don Bosco, lleno
de fe y con verdaderos deseos de curar, un día se
arrojó a sus pies implorando su bendición. Después
de los acostumbrados recuerdos, le bendijo. Desde
entonces la fiebre no le había molestado más y por
eso esa noche acudía a darle las gracias y a meter
tanto miedo a su pobre secretario. ílmagina la
alegría del pobre hombre! Se hallaba a punto de
pedir su licencia absoluta, estaba seco como un
esqueleto, y ahora se encuentra bien, con una cara
de pascuas que da envidia.
Monseñor Berardi, arzobispo de Nicea,
subsecretario de Estado, estaba tan débil de mente
y de estómago, que los médicos le habían
aconsejado retirarse de los asuntos y llevar una
vida más tranquila. Esto no le gustaba a él, que
tiene por delante un porvenir espléndido. Cuando
don Bosco fue a visitarle, quiso recibir su
bendición y su medalla. Don Bosco obedeció; y
ahora este eximio Prelado está mejor y libre de
los males que le afligían, y cuenta por todas
partes el hecho singular. Si él tuviese cien
medallas bendecidas por don Bosco, sabría dónde
colocarlas, pues son muchos los enfermos que
conoce y que desean curarse.
Una muchacha, que había sido colocada en un
centro de educación, no quería seguir allí. Su
afligida madre, que no sabía dónde ponerla de
nuevo, la hizo bendecir desde lejos por don Bosco.
Se fijó un mes de oraciones y, el 28 del mes, la
muchacha escribió a su madre totalmente cambiada y
diciendo que había conocido ser voluntad de Dios
que permaneciese en aquella institución. íY pensar
que antes prefería morir ahogada! íEl poder de la
oración!
Don Bosco me recomienda decir a don Juan
Cagliero que:
VISTA su habilidad para la música, VISTA la
perfección de este arte en Roma:
SE DETERMINA:
Artículo único.-En la primera ocasión en que
alguno del Oratorio, venga a Roma, si son dos, uno
de ellos será don Juan Cagliero; y si es uno sólo,
también será don Juan Cagliero.
Me encarga también don Bosco decir (y me
corrijo de cuanto he dicho al principio) que
escribirá a los muchachos y que su carta seguirá a
ésta mía. Os la anuncio; recibidla como algo
querido y precioso; es de su puño y letra. Una
carta suya es anhelada aquí en Roma como el oro y
besada como una reliquia.
Te deseo toda suerte de felicidad. Al saludar a
los muchachos diles que hablé de ellos
particularmente al Santo Padre, el cual agradeció
con suma bondad mis palabras; que pronto estaré
entre ellos para convencerme de que es verdad todo
lo bueno
(**Es8.565**))
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