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y fue invitado a acercarse mostrándole con amable
sencillez una medalla lo mismo que habría hecho
con un niño. Francisco II la recibió con muestras
de agrado. A continuación, don Bosco habló de su
santa madre María Cristina de Saboya, cuya causa
de beatificación se apresuraba, a pesar de los
malos tiempos que corrían. En efecto el 28 de
abríl de 1866 había sido reconocida y aprobada,
por la Sagrada Congregación de Ritos, la fama de
santidad y las virtudes y milagros de la Venerable
Sierva de Dios, y su juicio era confirmado por el
Papa el 3 de mayo del mismo año.
((**It8.660**)) Después
de otros asuntos, díjole de pronto el Rey casi
bromeando:
-Don Bosco, mi esposa desea oír de usted la
confirmación de lo que me dijo el otro día cuando
nos hablamos en la Villa Ludovisi.
->>Qué cosa?
-Si volveremos a Nápoles.
-Majestad: yo no soy profeta, pero, si he de
decir lo que siento, creo que S. M. haría bien
dejando de lado tal idea.
Vivamente acalorada la Reina, ante esta
respuesta, exclamó:
->>Pero cómo? >>Es posible eso, cuando toda la
nobleza está de nuestra parte y tantos leales
luchan allí por nosotros y el reino de Italia es
cordialmente aborrecido?
-Deseo, respondió con calma don Bosco, que se
cumplan las esperanzas de V. M., pero mi pobre
parecer es que V. M. no volverá más al trono de
Nápoles.
Al oír estas palabras, la Reina frenó a duras
penas su desdén, se levantó, saludó fríamente a
don Bosco y se alejó.
El Rey le acompañó hasta el gran salón de
entrada. Todos los pajes le rendían honores
respetuosamente. Estaba presente monseñor De
Cesare, promotor de la causa de beatificación de
la Venerable María Cristina de Saboya y autor de
su biografía. El Rey entregó a don Bosco un
ejemplar de la vida de su santa Madre rogando lo
aceptara y dirigiéndose a don J. B. Francesia le
dijo:
-Querido padre Francesia, no tengo ahora ningún
otro ejemplar, pero haré que le envíen uno a casa
para usted.
Y así fue.
Cuando salieron del palacio Farnese, camino de
la estación para ir a la Camáldula, narraba
confidencialmente el Siervo de Dios a don J. B.
Francesia el diálogo sostenido con el Rey y la
Reina de Nápoles, El padre Francesia, estupefacto,
exclamó:
->>Y por qué entra usted en esos detalles?
((**It8.661**)) -Porque
ellos me preguntan, respondió don Bosco,
(**Es8.561**))
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