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((**Es8.554**) más seguro él mismo sobre el particular, escribió una nota al padre Cardella, profesor de teología en el Colegio Romano, preguntándole, si sería segura la proposición que más arriba se cita, escrita por un buen escritor católico, cuyo nombre no descubría. El padre Cardella le respondió: Colegio Romano, 4 de febrero de 1867 Reverendísimo Padre en Cristo: Ha pensado muy bien V. S. al avisar a ese renombrado autor católico para corregir, o mejor explicar, ese párrafo, que más bien necesita explicación, que rectificación. Ya que, cuando él dice que la venida de san Pedro a Roma no es un punto dogmático o religioso, y que es histórico y ajeno a la fe, no entiende decir que no mereciese censura alguna quien lo negase, o que, en concreto, no haya en la sustancia conexión con el dogma; él quiere decir que el dogma del primado de san Pedro, y también de sus sucesores los Romanos Pontífices, polémicamente y en abstracto no depende necesariamente del hecho de la venida de san Pedro a Roma. El que los Pontífices Romanos sean sucesores de san Pedro y, como tales, sean por derecho divino, herederos de su primado, es cosa de fe y teológicamente se prueba hasta la evidencia. Con las mismas pruebas se demuestra que, de hecho, el modo de esta sucesión es que los Romanos Pontífices se suceden en la Cátedra Romana de Pedro. Si los protestantes llegasen a echar por tierra este hecho, no por eso podrían cantar victoria, ya que quedaría en firme que los Romanos Pontífices son sucesores del primado, aunque esto fuese de un modo distinto. En abstracto se puede imaginar que san Pedro, sin venir a Roma, habría podido establecer que los Romanos Pontífices fueran sus sucesores; pero en concreto está claro que los Romanos Pontífices le suceden en el primado por derecho divino, precisamente porque se sientan en su cátedra romana. Pero el P. Perrone dice que en concreto la venida de san Pedro a Roma es un preámbulo histórico de la fe en el ((**It8.654**)) Primado Romano, poco más o menos como santo Tomás llama preámbulos de la fe a ciertas verdades racionales; pero en abstracto también el P. Perrone reconoce que la cosa podría haber sido de otro modo y así explica un pasaje de Arduino (San Pedro en Roma c. I. par. 3); aunque de hecho también sostiene Arduino la venida de san Pedro a Roma. Por lo tanto, en ese párrafo se debería añadir que es de fe, no sólo que san Pedro fue cabeza de la Iglesia, sino que también lo son sus sucesores los Romanos Pontífices. Pero supongo que el autor lo dirá en el contexto, aunque en las breves líneas que V. R. me ha transcrito diga solamente: Dios estableció a San Pedro como Cabeza de la Iglesia, y esto es dogma y verdad de fe: que luego, etc. Una notita explicativa diciendo de qué modo el hecho del Episcopado Romano y de la venida de san Pedro a Roma se diga ajeno a la fe, no verdad dogmática, bastaría para quitar todo equívoco. Por lo demás, en defensa de lo que ha dicho, o ha querido decir el docto autor, le transcribo lo que dice el profesor Murray en su reciente y magnífico tratado De Ecclesia y con esto pondré fin a mi charla, que nunca pensé sería tan larga (Disp. XIX, Sec. 1 ). (**Es8.554**))
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