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podido realizar estando en el Oratorio. Tenía
muchos asuntos que despachar, muchas cartas que
escribir y >>cómo habría podido resolver todo esto
en casa, donde tengo que recibir tantas visitas y
soportar tantos contratiempos? Pero aun lejos de
vosotros, siempre he pensado en mis queridos hijos
y he rezado por ellos. >>Os habéis acordado
vosotros de mí? >>Habéis rezado por mí? ((**It8.48**)) Algunos,
sí; >>y los demás? íBueno, hagamos las paces! Los
que no han rezado por don Bosco, lo harán en
adelante >>no es verdad?
Pues bien, estos días estuve en Cúneo y fui
huésped del señor Obispo que me trató
magníficamente. La primera noche, después de haber
cenado bien y bebido mejor (risas), llegó la hora
de ir a dormir. Después de la cena, gusta una
buena cama >>no es verdad? Yo pedí permiso al
Obispo para quedarme un poco más en la cama por la
mañana y él añadió:
-Sí, sí; es más, deseo que no se levante antes
de las ocho y media.
-íOh!, le respondí; estaré solamente hasta las
seis y media; me basta para descansar.
-No quiero que se levante a esa hora; se
levantará a las ocho.
Finalmente acordamos que me levantaría a las
siete. Me fui a dormir. Eran las once. Me dormí en
seguida. Pero íqué queréis! Empecé a soñar como de
costumbre y, como la lengua va siempre a dar en
donde duele el diente, soñé que me encontraba en
el Oratorio entre mis queridos muchachos.
Me pareció encontrarme en mi habitación,
sentado a la mesa, mientras los muchachos hacían
recreo en el patio. El recreo era animadísimo,
clamoroso. Gritaban, voceaban, saltaban, se oía un
gran barullo. Yo estaba contentísimo porque me
gusta ver a los muchachos durante el recreo, y
cuando les veo a todos jugando, sé que el demonio
no tiene nada que hacer. Mientras me gozaba con el
griterío de los muchachos, de repente se hizo un
profundo silencio, sin poder comprender el por
qué. Me levanté espantado de la mesa para ver qué
sucedía. Apenas llegué a la antesala vi entrar por
la puerta un monstruo horriblemente feo, que
caminaba con el morro bajo y los ojos fijos en el
suelo. Parecía no haberse dado cuenta de mi
presencia, pero caminaba siempre en la misma
dirección, con el aspecto de una fiera dispuesta a
asaltar a alguien. Temblé por mis queridos
muchachos y miré por la ventana al patio para ver
si les había sucedido algo.
Vi el patio lleno de monstruos semejantes al
primero, pero más pequeños. Mis muchachos habían
sido acorralados contra las paredes y bajo los
pórticos. Muchos estaban tendidos por tierra y
parecían muertos.
Ante aquel espectáculo tan doloroso, aterrado
lancé un grito tan fuerte que me desperté. A mi
grito se despertaron los familiares del Obispo, se
despertó el Vicario, se despertó el mismo Obispo.
Todos se espantaron con aquel grito.
Amigos míos, generalmente no hay que prestar fe
alguna a los sueños, pero cuando su explicación es
de carácter moral, se puede reflexionar sobre
ellos. Yo siempre he querido encontrar explicación
a todo, y por eso busco también la de este sueño.
El monstruo parece que quiera ((**It8.49**))
significar el demonio, que siempre está en
movimiento para arruinarnos. Hay jóvenes que caen
y jóvenes que huyen. >>Queréis que os enseñe a no
tenerle miedo y a resistir a sus asaltos?
Escuchadme. No hay nada que el demonio tema más
que estas dos cosas:
1.° La Comunión bien hecha.
2.° Las visitas a Jesús Sacramentado.
>>Queréis que el Señor os conceda muchas
gracias? Visitadlo a menudo. >>Queréis que os haga
pocas? Visitadlo poco. >>Queréis que el demonio os
asalte? Visitad poco(**Es8.54**))
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