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aconsejándoles y rezando por ellos, también él
partirá satisfecho, s la esperanza, ya que no la
seguridad, de volver a verle pronto.
El Santo Padre, a quien visitó ayer por tercera
vez, le habló de las fiestas que tendrán lugar
aquí en junio próximo, donde la mayor parte de los
Obispos del Orbe Católico estarán reunidos, y la
presencia de don Bosco sería oportunísima.
La buena marquesa de Villarios me dijo ayer que
había recibido una carta de usted, a la que se
proponía contestar hoy mismo; no obstante, dudo
que haya podido hacerlo, puesto que don Bosco y
sus obras ocupan todo su tiempo y hasta todos sus
pensamientos.
Aquí se goza de una tranquilidad perfectísima y
Roma parece más alegre y más serena después de la
marcha de los franceses. El Santo Padre conserva,
gracias a Dios, una calma y una salud envidiables,
y pasea continuamente por las calles más
concurridas, en medio de la multitud que le rodea
y le aplaude. Había determinado nombrar los
Obispos para las diócesis vacantes en un solo
Consistorio, alrededor de Pascua, pero ahora se
dice que dentro de unos días preconizará a varios
de ellos y yo creo que don Bosco, encargado por
Ricasoli, ha tenido una buena parte en esta
determinación. Esperemos que esto sea el principio
de ese bien, que todos deseamos hace mucho tiempo,
y que pronto resplandezca el triunfo de la verdad
y de la justicia.
PEDRO ANGELINI
En Roma, pues, se esperaba que pronto fueran
preconizados los nuevos Obispos, pero su elección
no se realizaría sin gravísimas dificultades. El
Gobierno había mandado al comendador Tonello
sesenta nombres de eclesiásticos bien vistos por
él, para ser presentados a la Santa Sede. El Papa
vio enseguida que había que eliminar algunos y que
otros le eran desconocidos. Acerca de éstos hizo
que don Bosco escribiera a varias partes pidiendo
noticias y el Siervo de Dios entregaba las
respuestas.
((**It8.635**)) También
el Vaticano mandaba al Comendador una lista de
sacerdotes tenidos como dignos para el Episcopado,
con las respectivas diócesis que les serían
confiadas; y esta misma fue enviada a Florencia.
El Ministerio la examinó. Algunos de los
propuestos fueron absolutamente excluidos, por
ejemplo: monseñor Pablo Ballerini, Arzobispo
dimisionario de Milán, por las enconadas
persecuciones de los sectarios, después de lo
cual, el Papa lo promovió a la Iglesia Patriarcal
de Alejandría. Otros no fueron aprobados para la
sede propuesta por el Papa, el cual se vio
obligado a cambiar algún obispo, ya en su sede, a
otra diócesis.
Pío IX hizo alguna observación, pero no
insistió en sus propuestas, porque le parecía que
no habría logrado el intento, con peligro de que
se rompiesen las negociaciones; y decidió,
siguiendo el consejo de don Bosco, comenzar desde
aquel momento a aceptar algunos nombres, a los que
el Gobierno no se opondría. Así, y también para
(**Es8.539**))
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