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((**Es8.539**) aconsejándoles y rezando por ellos, también él partirá satisfecho, s la esperanza, ya que no la seguridad, de volver a verle pronto. El Santo Padre, a quien visitó ayer por tercera vez, le habló de las fiestas que tendrán lugar aquí en junio próximo, donde la mayor parte de los Obispos del Orbe Católico estarán reunidos, y la presencia de don Bosco sería oportunísima. La buena marquesa de Villarios me dijo ayer que había recibido una carta de usted, a la que se proponía contestar hoy mismo; no obstante, dudo que haya podido hacerlo, puesto que don Bosco y sus obras ocupan todo su tiempo y hasta todos sus pensamientos. Aquí se goza de una tranquilidad perfectísima y Roma parece más alegre y más serena después de la marcha de los franceses. El Santo Padre conserva, gracias a Dios, una calma y una salud envidiables, y pasea continuamente por las calles más concurridas, en medio de la multitud que le rodea y le aplaude. Había determinado nombrar los Obispos para las diócesis vacantes en un solo Consistorio, alrededor de Pascua, pero ahora se dice que dentro de unos días preconizará a varios de ellos y yo creo que don Bosco, encargado por Ricasoli, ha tenido una buena parte en esta determinación. Esperemos que esto sea el principio de ese bien, que todos deseamos hace mucho tiempo, y que pronto resplandezca el triunfo de la verdad y de la justicia. PEDRO ANGELINI En Roma, pues, se esperaba que pronto fueran preconizados los nuevos Obispos, pero su elección no se realizaría sin gravísimas dificultades. El Gobierno había mandado al comendador Tonello sesenta nombres de eclesiásticos bien vistos por él, para ser presentados a la Santa Sede. El Papa vio enseguida que había que eliminar algunos y que otros le eran desconocidos. Acerca de éstos hizo que don Bosco escribiera a varias partes pidiendo noticias y el Siervo de Dios entregaba las respuestas. ((**It8.635**)) También el Vaticano mandaba al Comendador una lista de sacerdotes tenidos como dignos para el Episcopado, con las respectivas diócesis que les serían confiadas; y esta misma fue enviada a Florencia. El Ministerio la examinó. Algunos de los propuestos fueron absolutamente excluidos, por ejemplo: monseñor Pablo Ballerini, Arzobispo dimisionario de Milán, por las enconadas persecuciones de los sectarios, después de lo cual, el Papa lo promovió a la Iglesia Patriarcal de Alejandría. Otros no fueron aprobados para la sede propuesta por el Papa, el cual se vio obligado a cambiar algún obispo, ya en su sede, a otra diócesis. Pío IX hizo alguna observación, pero no insistió en sus propuestas, porque le parecía que no habría logrado el intento, con peligro de que se rompiesen las negociaciones; y decidió, siguiendo el consejo de don Bosco, comenzar desde aquel momento a aceptar algunos nombres, a los que el Gobierno no se opondría. Así, y también para (**Es8.539**))
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