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(25) llegaron tres cardenales a un tiempo. Qué
magnificencia y qué esplendor.Había delante de la
puerta tres carrozas y íqué adornadas! Al pasar
los transeúntes preguntaban:
->>Quién está aquí? >>Ha venido el Santo Padre?
-íQué Santo Padre!, se oía responder. Es un
cura de Turín que, según dicen, es verdaderamente
un santo.
La fama de don Bosco ya grande por su piedad y
por su Institución, crece ahora con su Historia de
Italia. Todos la califican de obra maestra.
Seguramente los padres jesuitas la adoptarán en
sus colegios de Roma.
En estos días pasados (24) hemos ido a
Mondragone, con un ((**It8.620**)) tiempo
verdaderamente horrible. Ibamos cinco en el mismo
coche: el don Bosco de Turín, el don Bosco de
Roma, el duque de Scotti y la Duquesa y el marqués
Capelletti. La única satisfacción en medio de
aquel espanto era que iba don Bosco con nosotros.
Hasta la Duquesa, calada y con frío, no se quejaba
y parecía contentísima, pero era por la preciada
compañía que llevábamos.
Llegados allí, nos recibieron como príncipes, y
todos los honores fueron para don Bosco. Quisieron
aquellos buenos Padres que don Bosco dirigiese la
palabra a los alumnos divididos en tres grupos. Le
escuchaban religiosamente y saltaba a sus ojos la
gratitud y complacencia. Entregó a cada uno una
medallita milagrosa, que fue el recuerdo que todos
recibían con placer. Los alumnos hicieron unos
ejercicios gimnásticos. Recordábamos entonces a
nuestro Anfossi, tan diestro en ellos, y en la
alegría que habría tenido viendo a estos muchachos
encaramarse por las cuerdas con tanta agilidad y
desenvoltura.
El colegio de Mondragone era y es de los
Príncipes Borghese: era otrora un paraíso de
diversión, quizá no inocente, y ahora lo es de
estudio y de piedad. Aquellos muchachos se
enamoraron enseguida de don Bosco y no sabían
separarse de él. Encontramos algunos piamonteses
precisamente de Turín.
Vimos al marquesito Cantono. Qué buen muchacho
es y qué fisonomía más cándida. Es uno de los
primeros en clase y universalmente apreciado. Los
maestros le quieren mucho. íQué hermoso momento
cuando vio a don Bosco! Cinco o seis veces le besó
la mano y no estaba satisfecho.
Muchos de estos muchachos son buenos, algunos
bonísimos; todos la crema de la hidalguía;
amantísimos de la virtud y de la penitencia. Su
modelo es san Luis. Conocen también a nuestro
Domingo Savio y tratan de imitarlo. >>Lo habría
soñado Savio, lo hubiéramos pensado nunca
nosotros, que un día habría sido la admiración de
tantos? Si aquellos muchachos son tan buenos, es
debido a los Padres. No les pierden nunca de
vista, durante el recreo, en el estudio, en la
clase, en el dormitorio. Su satisfacción es estar
con ellos, entre ellos está su alegría.
Don Bosco me dijo el sábado por la noche que
hoy (26) y mañana (27, domingo) os haría una
visita y que luego me diría los nombres de los que
se portan mal. Cuando recibáis ésta ya todo habrá
pasado, pero os lo digo para que sepáis que don
Bosco se ocupa del Oratorio y que no pierde de
vista a nadie. El martes (29) escribiré todo
cuanto la Pitonisa me sugiera. Perdóname si llamo
de este modo a nuestro queridísimo don Bosco.
Notad que esto lo dijo, como si se bebiera un vaso
de agua. Todo le resulta fácil.
Más arriba he hablado del don Bosco de Roma y
esto requiere una explicación. Un buen padre
jesuita, el padre Delorenzi, trabaja especialmente
con la juventud romana; estaba y sigue estando en
relación directa y confidencial con don Bosco. A
él le abre todos los secretos de su corazón.
Cuando el Señor lo quiso, cayeron en sus
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