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llorar y prometer un cambio de vida. Si consuela,
siente el afligido enjugarse sus lágrimas y
cambiarse el dolor en tranquilidad y alegría.
Si alaba, su alabanza exalta y entusiasma. Si
compadece a un enfermo, su afecto lo colma de paz
y de esperanza. Viose a madres desoladas, que le
presentaban sus hijitos moribundos y él los
bendijo; no les prometió la salud, pero las
tranquilizó exhortando a las buenas mujeres a
llevar la cruz que el Señor les mandaba. Una de
ellas se despidió besándole la mano y exclamando:
>>-Me marcho tan satisfecha como si hubiese
visto curado a mi hijo.
>>Ciertamente es mayor milagro inducir a una
madre a la perfecta resignación, que el de curarle
a su hijo>>.
Su palabra no se alteraba nunca, no daba
señales de impaciencia, sino que era franca,
cuando hacía falta, aun delante de personas de
alta posición.
Una dama de la alta aristocracia romana,
encomendaba a don Bosco dos hijos suyos enfermos.
El Venerable le hizo observar que había de
someterse a lo que el Señor disponía. Entonces
dijo ella en un arranque de arrogancia:
-íNo era menester que viniese de Turín para
enseñármelo!
Y don Bosco respondió tranquilamente:
((**It8.618**)) -íDeus
superbis resistit! (Dios resiste a los soberbios).
La dama, que en el fondo era verdaderamente
virtuosa, comprendió que hacía falta humildad para
obtener la gracia y, a partir de entonces,
aparecía humildísima cuando se encontraba con él:
y lo fue siempre.
La condesa Ana Bertivoglio escribía el 27 de
enero al caballero Oreglia:
...Algunas expresiones que me dijo don Bosco, y
que yo interpreté mal, me trastornaron de tal modo
la cabeza que, durante una semana, creí volverme
loca. Pero ayer por la tarde tuve una visita de
don Bosco, a quien temía volver a ver y me ha
tranquilizado. He podido reemprender mis
oraciones, que ya no podía recitar, y ocuparme de
nuevo de mi casa y de todas mis obligaciones. Dice
don Bosco, que el demonio que las hace de todos
los colores para impedir el bien, me había metido
esos miedos en la mollera. Se acabó; esperamos que
ya no vuelvan más esos días.
Ciertamente que cualquier otra persona que no
tuviese la virtud de don Bosco habría perdido
conmigo la paciencia, pero él, en cambio, me trata
con caridad y no hace caso de mis
extravagancias...
Hemos hablado mucho con don Bosco acerca del
altar que ha de hacerse y parece que ya se ha
determinado que empiecen enseguida los trabajos.
Se entiende muy bien con Aníbal hablando de
mármoles, construcciones y ornamentación...
Don Bosco está siempre visitando enfermos y a
las personas más distinguidas de
(**Es8.525**))
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