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((**Es8.525**) llorar y prometer un cambio de vida. Si consuela, siente el afligido enjugarse sus lágrimas y cambiarse el dolor en tranquilidad y alegría. Si alaba, su alabanza exalta y entusiasma. Si compadece a un enfermo, su afecto lo colma de paz y de esperanza. Viose a madres desoladas, que le presentaban sus hijitos moribundos y él los bendijo; no les prometió la salud, pero las tranquilizó exhortando a las buenas mujeres a llevar la cruz que el Señor les mandaba. Una de ellas se despidió besándole la mano y exclamando: >>-Me marcho tan satisfecha como si hubiese visto curado a mi hijo. >>Ciertamente es mayor milagro inducir a una madre a la perfecta resignación, que el de curarle a su hijo>>. Su palabra no se alteraba nunca, no daba señales de impaciencia, sino que era franca, cuando hacía falta, aun delante de personas de alta posición. Una dama de la alta aristocracia romana, encomendaba a don Bosco dos hijos suyos enfermos. El Venerable le hizo observar que había de someterse a lo que el Señor disponía. Entonces dijo ella en un arranque de arrogancia: -íNo era menester que viniese de Turín para enseñármelo! Y don Bosco respondió tranquilamente: ((**It8.618**)) -íDeus superbis resistit! (Dios resiste a los soberbios). La dama, que en el fondo era verdaderamente virtuosa, comprendió que hacía falta humildad para obtener la gracia y, a partir de entonces, aparecía humildísima cuando se encontraba con él: y lo fue siempre. La condesa Ana Bertivoglio escribía el 27 de enero al caballero Oreglia: ...Algunas expresiones que me dijo don Bosco, y que yo interpreté mal, me trastornaron de tal modo la cabeza que, durante una semana, creí volverme loca. Pero ayer por la tarde tuve una visita de don Bosco, a quien temía volver a ver y me ha tranquilizado. He podido reemprender mis oraciones, que ya no podía recitar, y ocuparme de nuevo de mi casa y de todas mis obligaciones. Dice don Bosco, que el demonio que las hace de todos los colores para impedir el bien, me había metido esos miedos en la mollera. Se acabó; esperamos que ya no vuelvan más esos días. Ciertamente que cualquier otra persona que no tuviese la virtud de don Bosco habría perdido conmigo la paciencia, pero él, en cambio, me trata con caridad y no hace caso de mis extravagancias... Hemos hablado mucho con don Bosco acerca del altar que ha de hacerse y parece que ya se ha determinado que empiecen enseguida los trabajos. Se entiende muy bien con Aníbal hablando de mármoles, construcciones y ornamentación... Don Bosco está siempre visitando enfermos y a las personas más distinguidas de (**Es8.525**))
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