((**Es8.51**)
peticiones contra la supresión de los conventos
con ciento ochenta y tres mil seiscientas setenta
y nueve firmas, que el Ministerio no tuvo en
cuenta. Los Obispos empezaron a protestar
solemnemente.
Mientras tanto el 19 de abril de 1865 comenzó
la discusión general, que concluyó el día
veintiséis. Ministerio y Cámaras estaban de
acuerdo para proceder a la expropiación. Se llegó
a la discusión de los artículos y aquí surgió el
primer obstáculo que, por el momento, ponía la
Providencia a los designios de Vacca y sus
compañeros.
Se había fijado una pensión para los miembros
de dichas órdenes cuando el diputado Lusi propuso
que todos los religiosos deberían dejar de vestir
hábitos para poder percibir la pensión. Estaban
comprendidas en esta cláusula las órdenes
mendicantes, que el Gobierno entendía no
comprendidas: Dado que ellos vivían de limosna y
no se les podían confiscar las rentas, porque nada
poseían, no se quería cargar el Estado con el gran
peso de sus pensiones, privándole del esperado
lucro. Quería el Ministerio que los mendicantes
fueran abolidos en derecho, pero de hecho que
habitasen en los conventos en los que serían
confinados por decretos especiales: y en cuanto al
sustento, que se proveyesen por sí mismos. La
hacienda pública entraría poco a poco en posesión
de los conventos que quedaran vacíos.
El Parlamento, por su parte, quería una
abolición general e inmediata, por lo que el 27 de
abril aprobaba, por gran mayoría de votos, la
propuesta del diputado Lusi. Y el 28 el ministro
Vacca presentaba un decreto real, que retiraba el
proyecto de ley.
Así se realizaba, de un modo no previsible, lo
que don Bosco había dicho, y quedaba tiempo a los
religiosos para orar y proveer en lo posible a su
porvenir.
Volvemos de nuevo a la crónica y a las charlas
de don Bosco.
((**It8.45**))
17 de febrero
Cierto amigo mío presentó al Papa una carta que
yo le dirigía y el Santo Padre, después de leerla,
pidió al portador noticias de don Bosco, de sus
muchachos y del Oratorio, y demostró mucho interés
por nosotros.
Poco más tarde me mandó el Papa una carta en la
que, después de bendecir a don Bosco, bendice a
mis muchachos con estas palabras:
-Diga a sus jóvenes que yo les bendigo: ut
crescant et multiplicentur ut stellae coeli; et ut
novellae olivarum sedeant in circuitu mensae
Domini (para que crezcan y se multipliquen como
las estrellas del cielo: y como renuevos de olivo
se sienten en derredor de la mesa del
Señor).(**Es8.51**))
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