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de tarjetas de visita de personas que vinieron a
nuestra habitación y no pudieron ver o hablar con
don Bosco.
íOh! si nuestros muchachos viesen cómo tratan a
don Bosco personas que nunca le habían visto ni
conocido, tendrían una gran satisfacción y estoy
seguro de que le aprovecharían más cuando está en
el Oratorio, y sacarían más fruto de su presencia.
He pensado muchas veces en esto, al ver a condes,
marqueses y príncipes a porfía para tocarle las
manos, besarle la sotana y obtener su bendición.
Con una preciosa carta fue invitado a comer con el
duque Salviati, a celebrar la misa en casa del
príncipe Borghese y del príncipe Torlonia. Y todo
este entusiasmo, sin que nada extraordinario haya
sucedido en estos días. Es un verdadero milagro
comprobar que todos, al separarse de don Bosco,
están satisfechos sólo con haberle visto.
La Historia de Italia se vende muy deprisa. El
domingo iremos a comer en la Civilt… Cattolica.
Diga a todos los que escribieron a don Bosco que
leyó con placer sus cartas, y que pronto tendrán
respuesta. Deseamos noticias del Oratorio con la
misma impaciencia con que usted desea las de Roma.
Muchos saludos en casa Occelletti y a los
muchachos del Oratorio de San José de mi parte...
J. B. FRANCESIA, Pbro.
Decía la carta que el 16 de enero don Bosco
había sido invitado a comer por el marqués
Francisco Cavalletti. ((**It8.598**)) Este
había sido nombrado Senador de Roma, esto es
Gobernador, el 10 de julio de 1865, y debía durar
en el cargo seis años. Como responsable del orden
en la ciudad, era odiado por los enemigos internos
y externos, vivía en medio de conjuras y peligros
de traición. Dan fe del estado de su ánimo las
cartas que escribió a don Bosco 1.
Pero, no obstante su fidelidad en la defensa
del trono Pontifício, había sido desacreditado
ante el Papa. Mientras estaba ausente de Roma, los
liberales habían hallado el modo de hacer llegar a
Pío IX una petición con veinticinco mil firmas
exhortando al Pontífice a que renunciase al poder
temporal. El no haber impedido aquella ofensa iba
en descrédito de la fidelidad y atención del
Senador.
Don Bosco, previendo lo que sucedía, había
escrito el 21 de mayo de 1866 al caballero
Oreglia, que se encontraba en Roma: <(**Es8.509**))
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