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que el Ministerio pensaba proponer, y formó la
lista para presentar al Papa. El rey Víctor Manuel
expresó su deseo de que fuese elegido arzobispo
para Turín monseñor Alejandro de los condes
Riccardi de Netro, Obispo de Savona, y el Papa
consintió.
De todos estos trámites da noticias don Juan
Bautista Francesia al final de la carta, fechada
el 17 de enero:
Son las tres de la tarde del día 18. La sala de
espera está llena de gente que quiere hablar con
don Bosco. Estuvieron aquí las damas de honor de
la Reina de Nápoles con el Capellán de Francisco
II, la princesa Orsini, el caballero Schroctez de
los Caballeros de Malta y tantas condesas y
monseñores que no sé cómo acabará don Bosco...
Una pobre mujer, enferma desde hace mucho
tiempo y ya viaticada, se encomendó a don Bosco
para que la bendijese, si no podía ir a verla. Es
madre de cinco criaturitas. Don Bosco le recomendó
la acostumbrada receta, y ahora sé que mejora y
que pronto estará fuera de peligro.
Es grande la confianza que todas las gentes,
aun las de más alta alcurnia, ponen en don Bosco.
Ya ha tenido dos largas audiencias con el cardenal
Antonelli y arregló varios asuntos, allanó
dificultades y enderezó muchas diligencias
políticas y entendimientos de muchísima
importancia.
Sostuvo coloquios con Tonello, que le trató con
gran bondad, y está dispuesto a recibirle siempre
que lo creyera de alguna utilidad.
Habló con el futuro Arzobispo de Turín, el cual
había venido antes a visitarlo en casa de
Vimercati. Sin duda alguna nos será muy favorable
y casi diría, agradecido a don Bosco.
Se desea que don Bosco abra una casa en Roma.
Hace diligencias con altísimos personajes, que
resultarán muy útiles para la Iglesia. Dicen que
ve como hechas muchas cosas, lo mismo que otrora
veía hecho el Oratorio, que de las regiones
ideales descendió luego a las reales.
((**It8.597**)) Con sus
santos modales enamora de Dios a muchas personas,
poco devotas, que suspiran por el momento de poder
confesarse con él.
Ha hecho amistad con dragones pontificios que
también quieren, pese a toda dificultad, tratar
con él de temas espirituales. En poco tiempo don
Bosco ha llegado a ser el verdadero apóstol de
Roma. A alguno, sin haberle conocido nunca, le ha
revelado sus pecados; piense, por tanto, cuán
grande es el deseo, especialmente entre los
jóvenes, de hablar con don Bosco. En estos
lugares, ya dignos de nota por la piadosa y noble
persona que habita en ellos, hay tanta
concurrencia que a todos maravilla.
Don Bosco espera numerosos ejemplares de la
Historia de Italia, que desean vivamente muchas
personas, después del anuncio colocado a la
entrada de casi todas las iglesias de Roma.
El otro día fuimos a comer en casa del Senador
de Roma, después hubo reunión con el primer
banquero con el fin de proveer al numerario que se
echa en falta. Don Bosco era escuchado como un
oráculo.
Algún celoso admirador, con un deseo exagerado
de hacer bien a don Bosco, ha divulgado cosas
falsas sobre él y que podrían causarle daño.
Cuando su hermano (Padre Oreglia) dijo que don
Bosco tendría en Roma una demostración católica,
no dijo más que la pura verdad. Tengo ante mí un
montón
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