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subvención encontrará preparada la correspondiente
orden en la secretaría de este Seminario.
Si no tengo la suerte de verle antes de partir,
le auguro un feliz viaje, acompañado de toda clase
de bendiciones, y me profeso
Su seguro servidor
Can. AL. VOGLIOTTI, Rector
El 6 de enero hubo en el Oratorio una hermosa
función, que la Unidad Católica describía así el
día 8.
TRES HIJOS DE MARIA
El día de la Epifanía, por la mañana, fueron
bautizados en el Oratorio de San Francisco de
Sales tres muchachos americanos, hermanos, que
pertenecían a la religión anglicana. Proceden de
Nueva York; su padre ocupó un alto puesto en esta
secta, razón por la que callamos su nombre. Murió
obstinado en el error dejando en la triste miseria
a tres hijos. Don Bosco, movido a compasión por su
estado, los admitió en su Oratorio, y, después de
haberles instruido convenientemente, cedió gustoso
a su deseo de ser bautizados, condicionalmente, y
admitidos en el seno de la Iglesia Católica.
El excelentísimo señor Obispo de Balma ofició
la ceremonia y les dirigió unas breves, pero
elocuentes palabras de ocasión. El conde Luis
Giriodi se dignó apadrinarlos. Se les impusieron
los nombres de: Luis al primero, José al segundo y
Juan al tercero; mas, por la particular devoción
que ya tenían a la Santísima Virgen, los tres
quisieron llevar también el nombre de María.
Ese es el motivo por el que los hemos llamado
hijos de María.
Si todos los numerosos muchachos internados en
este Oratorio pueden llamarse hijos de María, por
la especial devoción que tienen a ésta ((**It8.581**)) con
mucha más razón habrá que dar ese nombre a estos
afortunados neófitos, que de modo tan
extraordinario fueron llamados por Ella a
participar de los tesoros de la Iglesia Católica.
Quiera Dios que sean siempre hijos dignos de tan
gran Madre.
Por aquellos mismos días daba don Bosco una
respuesta con aires de profecía al chiquito
Agustín Parigi, de once años. Su madre le había
encargado que preguntase al Siervo de Dios si el
canónigo Cottolengo, fundador de la Pequeña Casa
de la Divina Providencia, sería beatificado. El
niño no entendía entonces lo que preguntaba, pero
don Bosco le respondió con toda sencillez:
-Di a tu madre que sí: el Cottolengo será
beatificado, pero ni ella ni yo lo veremos en los
altares: ítú lo verás!
La buena mamá moría en el 1870.
Agustín llegó a ser sacerdote y fue nombrado
vice-párroco en Giaveno. En 1892 cayó enfermo de
erisipela y, después de dos semanas de cama, quedó
tan desfigurado, por la hinchazón de la cara y de
la cabeza, que el médico le dio por deshauciado,
le llegó a visitar seis
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