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Reciba, mientras tanto, mis saludos y téngame
presente en sus oraciones, que yo le reservo
siempre un puesto en el Memento ((**It8.553**)) del
sacrificio de la misa. Si le sobra un ratito, ya
sabe cuánto me agradaría una carta suya.
Su afectísimo amigo
J. BOGGERO
íPobre Boggero! íCuatro días después de haber
escrito esta carta, era llamado al tribunal de
Dios! El 14 de diciembre por la mañana bajó para
celebrar la santa misa. Se encontraba muy bien,
como de costumbre, y estaba muy alegre. Volvió a
la casa parroquial, se sentó a la mesa esperando
el café y, el que se lo servía le vio con la
cabeza sobre la mesa como quien tiene sueño.
íHabía muerto de apoplejía fulminante!
Un abogado, que debía tratar algunos asuntos
con don Bosco, supo que ya había vuelto de
Florencia, y el 21 de diciembre se presentó en el
Oratorio.
Había oído hablar de la predicción y, como
hubiera dado su parecer, preguntó a don Bosco:
-Y ahora, dígame, si no le parece atrevida mi
pregunta: >>cómo está el joven de quien se habla?
Ya estamos en Navidad...
-Ha muerto hace pocos días.
->>Ha muerto?
-Sí, ha muerto. Para cerciorarse de ello basta
que pregunte al primero de la casa con quien se
encuentre.
Aquel señor se quedó en silencio y como
distraído.
Entonces don Bosco, queriendo bromear, dijo con
cara seria al abogado:
->>Desea, tal vez que le diga qué le sucederá
en el futuro?
El abogado se levantó...
-íNo, no, por favor... Me gusta estar
tranquilo!
Y, tomando el sombrero, se marchó.
Tampoco el Delegado de la Comisaría había
olvidado la palabra de don Bosco y, pasadas las
fiestas navideñas, apareció ((**It8.554**)) por el
patio del Oratorio, como quien iba a visitar la
casa. Acercóse a un corro de muchachos y les dijo:
-íHola, muchachos! >>Estáis contentos?
-Sí, señor. Durante el recreo siempre estamos
contentos.
->>Hay enfermos en casa?
-No, señor.
->>Ha muerto alguno en la casa durante estos
días?
-No, señor.
-Me parece haber oído decir que ha muerto uno
aquí en la casa.
(**Es8.471**))
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