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->>Te quieres ir? Vete en paz. Tú crees que vas
a asistir a tus hermanas; yo sé que no necesitan
de tu asistencia, y te digo íque no las podrás
asistir!
Don Juan Boggero se fue, pues, con sus
parientes y no tardó en obtener el cargo de
Vice-Párroco en la parroquia de Villafranca
Piemonte. Se creía en el colmo de la felicidad y
así lo manifestaba en una carta dirigida al
caballero Oreglia.
((**It8.552**))
Villafranca Piemonte, 10 de diciembre de 1866.
Carísimo señor Caballero:
Ya estoy aquí; he tardado algo, pero lo hice
para poder darle noticias precisas, después de
haber hecho mi turno de servicio durante una
semana. La población es respetuosa y buena y,
exceptuados unos pocos, cumplen sus deberes
religiosos, con tal asiduidad y frecuencia que
causa envidia a otros pueblos. El trabajo es
mucho, pero no tanto como lo pintaban, porque se
reduce a cinco mil habitantes, todos reunidos,
salvo tres casas de campo que están muy lejos.
Además me encuentro muy bien, ya sea con el
pueblo, como con el clero, el párroco y el
compañero. Los tres vamos tan de acuerdo que se
diría formamos uno solo. Las primeras palabras que
el párroco me dirigió al llegar fueron éstas:
-He aquí dos amigos, dos obreros de la misma
viña; los tres al servicio del mismo dueño, y cada
uno hace lo que puede in nomine Domini (en el
nombre del Señor).
Asistido por él o por el otro sacerdote, con el
que estamos de acuerdo, ya me tocó hacer un poco
de todo en el sagrado ministerio. Alguna vez
salimos juntos de paseo, después nos dividimos los
enfermos, todos los cuales son visitados cada día.
No hacemos nunca visitas privadas; solamente por
las tardes de las fiestas pasamos una horita,
juntamente con el Párroco, en casa del teólogo
Morelli, donde también se encuentran siempre otras
dos familias parientes de dicho Teólogo. No puede
imaginarse cuánto quieren y respetan al Párroco,
que es muy amable, a nosotros y a todo el clero,
que también es muy ejemplar. Entre otras cosas, el
Párroco me dijo y recomendó que podía disponer de
él y de sus libros, siempre y en todo lo que
necesitase.
En cuanto a lo material, no se puede desear
más. La comida al mediodía, la cena a las ocho.
Hay desayuno, para el que lo quiere, y también
café después de comer; y, si es preciso, a lo
largo del día. Una buena mesa, buena cama y buena
habitación, con fuego a nuestra disposición; y,
para todo lo que se necesita, hay un criado a
nuestras órdenes.
Le cuento esto para que vea cómo se está, sin
que yo me pierda por ello, pues siempre me
acostumbré a una vida mucho menos cómoda. Si la
salud me acompaña, espero que podré hacer algún
bien; por lo demás, ruego siempre al Señor que El
me diga, si no es ésta mi vocación, o si tal vez
he obrado contra su voluntad; a El no le faltan
medios; que me haga volver atrás.
Ruégole salude de mi parte a don Bosco y dígale
que siento mucho no haber podido verle antes de
partir. Dé mis saludos a los principales amigos.
(**Es8.470**))
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