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>>Fue algo maravilloso; aquel mismo día pudo la
enferma reemprender sus ordinarias y graves
ocupaciones, adaptarse a todo género de comidas,
ir de paseo, entrar y salir de casa libremente,
como si nunca hubiese estado enferma. Cuando acabó
la novena, se encontraba en un estado de salud tan
excelente, como no se recordaba haber gozado
anteriormente.
>>Otra señora sufría, desde hacía tres años, un
malestar de palpitaciones, con todos los
inconvenientes unidos a este mal. Como le vino la
fiebre y una especie de hidropesía, quedó postrada
e inmóvil en la cama. Su mal había llegado a tal
extremo, que cuando ((**It8.538**)) dicho
sacerdote le daba la bendición, el marido de la
enferma tuvo que levantarle la mano para que
pudiese santiguarse. Le recomendó también que
hiciese una novena en honor de Jesús Sacramentado
y de María Auxiliadora, con la promesa de entregar
una limosna para las obras de la citada iglesia,
una vez obtenida la gracia de la curación. El
mismo día en que se terminaba la novena, la
enferma estaba libre de todo mal, y ella misma
escribió la narración de su enfermedad. En ella se
lee lo siguiente:
>>María Auxiliadora me ha curado de una
enfermedad, para la que se consideraba inútil todo
recurso de la ciencia médica. Hoy, último día de
la novena, me encuentro libre de todo mal y me
siento a la mesa con mi familia, lo que desde hace
tres años no había podido hacer. Mientras viva, no
cesaré de alabar el poder y la bondad de la
augusta Reina del Cielo, y haré todo lo posible
para promover su culto, especialmente en la
iglesia que se está construyendo en Turín>>
Mientras don Bosco, en nombre de María,
bendecía y sanaba a estos y a otros enfermos, el
comendador Tonello, a quien se le había dado como
compañero de oficio el abogado Calegaris, llegaba
a Roma el día 10 de diciembre. Protegido y
recomendado por el cardenal Pedro de Silvestri, se
había instalado en la plaza de España, y el día 15
era recibido en audiencia por Pío IX. El benigno
Pontífice le dio a entender paternalmente que no
podía cambiar los principios, pero que aceptaría
aquellas modificaciones que hiciesen posible una
tolerancia de los hechos en las recíprocas
relaciones. El encargado salió de la audiencia
lleno de amor hacia la Santa Sede. El 21 se
presentaba al cardenal Antonelli.
Don Bosco, mientras tanto, se apresuraba a
despachar sus asuntos particulares. Siempre que
iba a una ciudad pensaba en lo que podría ayudar a
sus muchachos, y buscaba las direcciones de
aquéllos con quienes quería tratar y organizaba
con todo una especie de minuta o relación por
escrito, que después leía y cumplía fielmente. De
este modo no dejaba nada al acaso, no se olvidaba
de nada y llevaba a feliz término sus planes. Aún
guardamos los apuntes autógrafos que se hizo con
ocasión de este viaje a Florencia. La primera
parte se refiere a peticiones al Gobierno ((**It8.539**)) de
subvenciones, favores y condecoraciones; en la
segunda hay apuntes de visita a algún instituto o
convento, la dirección de familias de las que
había aceptado invitación y el día fijado para las
mismas.
(**Es8.458**))
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