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comparto y agradezco su buen corazón al
recomendarme lo que tan encarecidamente hace la
santa causa del veneradísimo don Bosco y toda su
familia, comprendida la gran iglesia que
construye.
Pero hube de persuadirme de que usted no conoce
mucho mi corazón ni mi posición, pues de lo
contrario no me habría escrito de esta forma.
Digo mi corazón con relación a don Bosco, a
quien profeso tanta estima, tan respetuoso afecto
y veneración que tal vez no ceda un punto a
ninguno de sus admiradores; y lo siento por el
Padre, lo siento también en proporción por sus
dignos hijos y por las obras de su caridad y celo.
No es necesario, por tanto, que yo reciba
recomendación alguna para tender mi mano en
socorro de tan gran obra, allí donde fuere
posible: la llevo conmigo, no necesito en absoluto
ninguna recomendación, me es algo tan querido,
fuerte y apremiante, que me parece sería capaz de
cualquier acción forzosa siempre que la
Providencia me presente una ocasión propicia.
Pero, qué quiere; al presente puedo hacer muy
poco o nada en favor del hombre de Dios y su
bendita familia.
Verdad es que, por inmerecida dignación del
arzobispo monseñor Fransoni, de santa memoria, soy
miembro de la Administración de los bienes del
Seminario; pero se equivoca V. S. si cree que yo
pueda tener o tenga una influencia decisiva sobre
las opiniones y votos de los señores
administradores, a quienes me cabe el honor de
tener por colegas. Nótelo bien; se lo digo con
franqueza confidencial; soy el último de todos por
edad, gobierno, ciencia, virtud, antigüedad,
práctica, experiencia y méritos. Ellos fueron mis
superiores durante mis estudios, en las clases y
en los varios cargos que tuve que ocupar. Toca a
ellos natural y justamente, el magisterio de la
antigua influencia sobre este pobrecito; ya es
mucho que goce de su tolerancia y se me aguante en
su compañía y consentimiento.
>>Ha comprendido? Por lo demás, no lo dude un
momento, querido don Miguel, yo nunca dejaré de
poner mi granito en la balanza en favor de don
Bosco y de sus admirables empresas. Hablaré,
apoyaré, sostendré, impulsaré, defenderé y haré
todo lo mejor que pueda, en mi ignorancia e
insuficiencia, para toda obra de bien. Toca al
Señor bendecir mis esfuerzos, avalar mis palabras,
abrir mis labios y darme un lenguaje de caridad y
de poder triunfador sobre los corazones. Pídaselo
por mí.
Reciba V. S. mis pobres, pero sinceras
felicitaciones por los conocidos y continuos
trabajos que sostiene en el campo elegido del
Señor y confiado singularmente a sus cuidados;
reciba las bendiciones del Cielo, las ((**It8.509**))
dulzuras de los sacratísimos Corazones de Jesús y
de María, que de corazón le deseo y pido,
declarándome sin más
Turín, 11 de noviembre de 1866.
Su seguro servidor
EUGENIO GALLETTI, Pbro.
Las almas generosas no se cansaban de ayudar al
Venerable y la misma Virgen Santísima acudía con
frecuencia en su auxilio. Don César Chiala y el
caballero Oreglia dejaron escrito:
El 16 de noviembre tenía que pagar don Bosco
cuatro mil liras por las obras de la iglesia. El
prefecto de la casa, don Miguel Rúa, salió aquella
mañana acompañado de algún coadjutor en busca de
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