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Monseñor Rota, apenas entró en su obispado,
dirigió su pensamiento a Turín, recordando el
amable recibimiento que le tributaron tantas
personas, de eximia virtud e ilustres por su
condición y dignidad. Su carta, dirigida al
director de la Unidad Católica, merecería ser
transcrita aquí enteramente, tan honrosa es para
el Piamonte y Turín, pero nos limitamos a copiar
lo que hace a nuestra tarea:
<((**It8.503**)) a la
educación de estos muchachos, viven una vida más
dura que la de los virtuosos claustros, aquella
Casa que cobija una tan inmensa familia, salida a
la luz por el milagro, y la magnífica iglesia que
se levanta al lado como por encanto, se pueden
llamar, especialmente en este siglo y en estos
años, prodigios de don Juan Bosco.>>
Y repetía a sus diocesanos y a su clero, lo que
muchas veces oímos de sus labios en el Oratorio;
esto es, que los días más hermosos y más
tranquilos de su vida los había pasado íen el
Oratorio con don Bosco!
También escribió a don Juan Cagliero muchas y
hermosas cartas, que se conservan en los archivos,
y de las que, según tengamos ocasión, sacaremos
algunas frases referentes al Oratorio.
<>.
Pocos días después escribía a don Bosco:
Guastalla, 9
de diciembre de 1866.
Respetabilísimo y carísimo don Bosco:
Aprovecho la ocasión de una hermana de la
Caridad que va a Turín y lleva consigo una
muchacha admitida en la Pequeña Casa de la
Providencia, para enviar aquel muchacho que tuvo
usted la bondad de aceptar. Como quiera que la
ocasión
(**Es8.428**))
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