((**Es8.412**)
Decía el Módulo:
Turín, 15
de septiembre de 1866.
El que suscribe, Director del Oratorio de San
Francisco de Sales en Turín, declara haber
recibido en dicho establecimiento a los huérfanos:
Demóstenes Gentili, Roberto Lucchetti, Juan
Pieroni, ((**It8.482**))
Vitaliano Crucciani, Eugenio Taffettani, Ciriaco
Sottiletti, de Ancona, colocados en nombre de la
Comisión de Ayuda Pública para los damnificados
por el cólera en aquella ciudad, prometiendo y
obligándome por la cantidad de cuatro mil
doscientas liras, que hoy mismo se me ha pagado
por dicha Comisión, a tener, vestir, alimentar,
cuidar, instruir y educar, encaminándoles además a
un arte u oficio, según los reglamentos y
costumbres del Instituto, a los citados huérfanos
por un tiempo no inferior a tres años, sin estar
obligado a restitución alguna o reembolso, en el
caso de que alguno de dichos huérfanos saliese por
motivos independientes de mí, de este
establecimiento, antes de haber cumplido el
trienio.
Todo esto declaro y prometo, entregando recibo
de la suma de cuatro mil doscientas liras, pagadas
ut supra.
Firma...
El Presidente respondía:
Muy Revendo Señor:
Permítame que, antes de responder oficialmente
a su apreciadísima carta del 15, le escriba de un
modo amigable, lo que tal vez nos conducirá más
fácilmente a llegar a un acuerdo final en el
asunto de los huérfanos últimamente enviados a su
Instituto por la Comisión que tengo el honor de
presidir.
El acuerdo, originalmente firmado por usted y
la Comisión, de no reemplazar los muchachos que
independientemente de la voluntad de V. S.
saliesen antes de tiempo del benéfico Centro iba
bien para tiempos normales; cuando nada hacía
presentir la posibilidad próxima o inminente de
una salida intempestiva.
Mas, por la conducta de algunos de los
huérfanos últimamente mandados quienes, apenas
entrados, mostraron voluntad de salir, y siguieron
ahí, no por su plena persuasión sino por una
disposición concertada entre nuestros Comisarios y
V. S., es fácil comprender cómo el peligro de una
muy anticipada salida sea muy verosímil; y que en
tal caso la disposición de no reemplazarlos,
sería, por parte de la Comisión un abandono poco
razonable de una cantidad cuyo destino es la
caridad para los huérfanos de nuestro pueblo. Y
usted, que es un verdadero modelo de caridad
cristiana, no podría en verdad, con su delicada
conciencia, querer que su establecimiento se
lucrase con la intempestiva salida, no tan
extraordinariamente eventual, sino prevista y
probable, de algunos de nuestros muchachos.
Y me parece que puedo decir esto justamente,
por cuanto de sus anteriores informes no se podía
tener absoluta confianza de la tranquila y durable
permanencia de aquellos que desde el principio se
mostraron alborotadores, y el silencio de usted en
su carta, a la que tengo el gusto ((**It8.483**)) de
responder no contribuye a dejarme plenamente
satisfecho sobre ello.
Vea usted, pues, que no es demasiado correcta
la frase de violar cuanto se había
(**Es8.412**))
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