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un compañero comiendo el panecillo del almuerzo.
En esto que salió don Bosco de la iglesia y cruzó
el pórtico para ir a su habitación.
Fueron los dos a besarle la mano. Don Bosco se
detuvo y, poniendo la mano sobre la cabeza de
Gallo, dijo: << Unus assumetur (uno será
llevado)>> y volviéndose al otro, concluyó: <>. Es de
todos conocido el celo sacerdotal del primero; el
segundo vistió el hábito clerical, pero lo dejó y,
después de licenciarse en Letras, fue profesor en
institutos estatales.
Después de la fiesta del 23 de septiembre, don
Bosco fue a Bérgamo, donde le esperaba
ansiosamente monseñor Speranza.
El 9 de septiembre de 1864, había escrito don
Mómolo Berzi, desde Chiuduno, al clérigo Enrique
Bonetti: <>.
El Siervo de Dios se hospedó en casa del conde
Medolago con ((**It8.473**)) quien
le unía estrecha amistad, y predicó los ejercicios
espirituales al clero de la ciudad y a los alumnos
del colegio de San Alejandro.
<>Supe también con certeza que los Superiores
del Seminario de Bérgamo, admiraron la claridad y
agudeza de don Bosco al hablar sobre cualquier
tema de doctrina sagrada y profana>>.
En Bérgamo debía estar todavía muy presente el
recuerdo de los ejercicios del 1861, pues dura
todavía hoy. El 5 de abril de 1909 escribía
monseñor Angel Cattaneo, Vicario Apostólico de
Honan Meridional (China), desde Nau-Yang-Fou, una
carta a don Miguel Rúa a propósito de aquellos
ejercicios:
...Hablando de don Bosco, me agrada recordarle,
que yo tuve la fortuna y el consuelo (lo recuerdo
como si fuera ayer) de hacer mi confesión general
con él cuando vino al Seminario, en el carnaval
del 1861, invitado por el Rector, entonces el
Rvmo. Carminati, para predicarnos los
acostumbrados ejercicios espirituales del año.
Tenía yo dieciséis años, me presenté a él para
hacer mi confesión general y empecé a leerle mis
pecadillos escritos en un largo papel.
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