Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es8.397**) los conventos y monasterios!>> Estos se encontraban en lugares a propósito y los rebeldes habían entrado en ellos por la violencia. Pero los sacerdotes, frailes y monjas quedaron a merced de la soldadesca, irritada por los sangrientos combates que había tenido que sostener. Se admitían las denuncias de delitos inventados por viles amaños de policía. El octogenario monseñor Naselli, arzobispo de Palermo, que no había salido del arzobispado, ocupado por las tropas, fue insultado por Cadorna con una carta llena de injustas acusaciones. ((**It8.463**)) Y su coetáneo monseñor de Acquisto, arzobispo de Monreale, aunque enfermo, fue sacado de la cama y puesto en prisión. Y sin embargo, el clero había hecho todo lo posible por atenuar el mal; el comendador Torelli, gobernador de la ciudad, en su relación pormenorizada de los sucesos al Gobierno, habló por extenso de los muchos soldados salvados por los Benedictinos y otros religiosos. Sin embargo, Cadorna se apresuró a apoderarse de todos los conventos de Sicilia, a echar fuera a sus moradores y confiscar sus bienes. Prohibió a los religiosos dispersos vestir el hábito de su orden y mandó que en el término de diez días se reintegraran a su municipio de origen o a su propia familia. Varios centenares de religiosos, sin cargo legal ni proceso, fueron deportados a domicilio forzoso, unos a Cerdeña y otros a diversas ciudades de Liguria, Piamonte y Lombardía, con la asignación de unos céntimos al día, sin atención a la edad, la enfermedad, ni a la dureza del clima fatal para los sicilianos. Las monjas que no pudieron o no quisieron refugiarse con sus familias, fueron expulsadas de sus monasterios y amontonadas en los conventos más míseros, sin tener en cuenta la diferencia de institutos y sin compasión por sus angustias. Bastaba ser cura, fraile o monja para estar fuera de la ley, a pesar de que un decreto real había abolido las medidas extraordinarias publicadas para Sicilia. Y todo esto, mientras la Gaceta Oficial del 18 de agosto había publicado un decreto real de amnistía que devolvía a plena gracia y plena posesión de los derechos civiles a todos los que, denunciados o condenados, habían tomado parte en las conspiraciones mazzinianas o garibaldinas contra la autoridad real o la monarquía de la Casa de Saboya, entre los que se encontraba José Mazzini. Mientras tanto aparecía el cólera, primero en Palermo, donde eran centenares los atacados cada día, extendiéndose después a Adernó, Catania, Mesina, Trapani y ((**It8.464**)) otros lugares a los que llegaban (**Es8.397**))
<Anterior: 8. 396><Siguiente: 8. 398>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com