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>>Nos aseguraba que había pedido y obtenido del
Señor, por intercesión de María Santísima, el
Paraíso para muchos centenares de millar de sus
hijos, y levantaba en toda ocasión la mente de los
alumnos al Cielo, asegurándoles que se ((**It8.445**))
encontrarían con él allá arriba un día. Pero
después exclamaba: -íAy, de quién falte a la cita!
Y eso puede suceder, si no somos fieles a nuestros
deberes de buenos cristianos.
>>Y para inspirar confianza en la Virgen añadía
otra vez, después de haber dado un consejo: -Haz
esto para honrar a la Virgen María y estarás muy
contento.
>>A menudo nos decía a cada uno de nosotros:
-Si eres bueno, te tendré preparado un buen puesto
en el Paraíso.
>>Esto indicaba una confianza tal, que casi
presuponía una revelación de Dios.>> Monseñor
Ghilardi, obispo de Mondoví, que conocía
perfectamente el Oratorio, cuando don Celestino
Durando iba a su seminario a hacer los ejercicios
para las órdenes sagradas (se ordenó de sacerdote
el 21 de mayo del 1864), le invitaba a dar un
paseo en su compañía, unas veces a pie, otras en
coche. Don Celestino decía humildemente al
Prelado:
->>Y los ejercicios?
-íPero, qué ejercicios!, ezclamaba el santo y
docto Obispo; ívosotros los hacéis en el Oratorio
todo el año!
Así las cosas, los Salesianos llamados para la
primera tanda de ejercicios se reunieron en la
casa de Trofarello el 2 de agosto. El canónigo
Lorenzo Gastaldi predicó las meditaciones y don
Bosco las instrucciones. El, lo mismo que hizo
siempre después, comenzó a hablar de la vocación y
de los medios para conservarla; de las ventajas
temporales y espirituales que ofrece la vida
religiosa; y de los tres votos que, como vínculos
espirituales, ligan al Superior, a la Cabeza de la
Iglesia y al mismo Dios. El 6 de agosto, antes de
cerrar los ejercicios, dio unos recuerdos, cuyo
resumen presentamos, tal y como nos fue
transmitido por don José Campi.
Mandavit illis (Deus) unicuique de proximo suo
(Ecl. XVII, 14) (y a cada cual le dio órdenes
respecto de su prójimo).
Ecce ego mitto vos sicut oves in medio luporum.
Estote ergo prudentes sicut serpentes et simplices
sicut columbae. (Mirad que yo os envío como ovejas
en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las
serpientes y sencillos como las palomas) (Mc. X,
16).
Para bien dirigir, se necesitan tres cosas:
1.° Hacerlo todo para gloria de Dios y
salvación de las almas.
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