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las cuales el mando supremo de las milicias de
estos Estados perteneció al rey Guillermo I.
La guerra de 1866 fue definida por
Kreuzzeitung: como un paseo a caballo de Gustavo
Adolfo a través del Imperio Alemán. Por causa de
las anexiones, los protestantes llegaron a ser en
el reino prusiano los dos tercios de la población,
de manera que Bismarck, con la aprobación del rey
Guillermo, pudo proponer después en la Dieta
Prusiana toda una serie de leyes para separar de
Roma a los súbditos católicos y obligarles a
formar una iglesia nacional, dependiente del
Estado. La secta de los Viejos Católicos sería
reconocida como la única religión católica. Así se
preparaba una tremenda persecución, que, comenzada
con las leyes de mayo el 1873, debía terminar, y
sólo en parte, el 1886.
Las sectas imperantes en todas las regiones de
Europa se preparaban para seguir su ejemplo. Los
católicos se apretaban en torno al Sumo Pontífice
previendo que la lucha contra el reino de
Jesucristo en la tierra sería larga e insensata; y
el episcopado de todo el mundo velaba, de acuerdo
con su clero, dispuesto a entregar sus bienes y su
vida para el sostenimiento de la causa de la fe.
También don Bosco se aprestó para adiestrar
cada vez más a los Salesianos, que, si entonces
eran pocos, debían crecer considerablemente. Con
los ejercicios espirituales, había formado San
Ignacio de Loyola, para defensa de la Iglesia,
campeones invencibles que no solamente detuvieron
las invasiones del Protestantismo, arrancándoles
innumerables víctimas, sino que convirtieron
muchas naciones paganas. Y don Bosco amaestró a
los suyos con los mismos ejercicios.
((**It8.442**)) Desde
la fundación del internado hasta 1866, los
clérigos y sacerdotes del Oratorio habían tomado
parte, anualmente con edificante recogimiento, en
los ejercicios espirituales de los alumnos, mas
para ellos en particular no había habido ningún
retiro, salvo el que prescriben los Sagrados
Cánones, antes de recibir las órdenes sagradas.
Don Bosco acostumbraba llevarse a San Ignacio a
alguno del que, tal vez sabía, que necesitaba
renovar su espíritu; pero eran pocos. Por esto,
había decidido reunir a sus hijos en un lugar
apartado para meditar junto con ellos sobre las
verdades eternas y la importancia de los propios
deberes como religiosos; de este modo quería
también contentar a los que deseaban que la Pía
Sociedad tomase exteriormente alguna fórmula de
vida más ascética, según las reglas. Y aquel año
puso en práctica su plan.
Pero el Venerable solía hacer las cosas con
discreción, de modo
(**Es8.379**))
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