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El 26 de julio, jueves, celebraban los alumnos
estudiantes del Oratorio de San Francisco de Sales
la gran fiesta de la solemne distribución de
premios. Por la mañana tuvieron lugar las
funciones de iglesia y muchos de los alumnos, si
no todos, recibieron los santos sacramentos,
oyeron las palabras de despedida de su querido don
Bosco, y recibieron la bendición de Jesús
Sacramentado.
Reunidos después en un lugar acomodado para el
caso, esperaban ansiosos el resultado de sus
fatigas y la proclamación de los que habían sido
juzgados dignos de premio. Resultaba fácil
adivinar el deseo de todos; parecía escrito en su
rostro: ser declarados el número uno.
Monseñor Pedro Rota, Obispo de Guastalla,
honraba con su presencia la fiesta, y una ilustre
corona de otros personajes aumentaba la solemnidad
y el decoro.
En aquella ocasión don Juan Bautista Francesia,
Director de estudios, dirigió a los alumnos un
cordial discursito, en el que manifestaba el gran
afecto que les tenía.
((**It8.436**)) Aquel
mismo día escribía don Bosco a los alumnos de
Mirabello los avisos que de palabra había dado a
los de Lanzo y a los del Oratorio.
A mis queridos amigos de Mirabello:
Había decidido pasar con vosotros el próximo
domingo, pero razones poderosas me obligan a
cambiar de plan. Lo siento de veras; ya había
determinado lo que deseaba deciros. Paciencia.
Dios quiere reservarnos esta satisfacción para
después de vacaciones y entonces espero que
estaremos juntos, no solamente un día, sino una
semana.
Mientras tanto, quiero auguraros unas felices
vacaciones con algunos avisos que me parecen
necesarios para vuestras almas.
1.° Agradezco al director, al prefecto, a los
maestros, a los asistentes y a todos los alumnos
del Seminario Menor todas las atenciones que me
han dedicado, la paciencia que han tenido conmigo
y las oraciones hechas por el bien de mi pobre
alma. Continuad, queridos amigos; yo os aseguro,
por mi parte, que diariamente pido por todos en la
santa misa.
2.° Cada uno, antes de partir, abrillante la
conciencia, con un firme propósito de mantenerla
limpia hasta la vuelta de vacaciones, en la semana
o el día que se os señalará para ello, pero no os
dejéis seducir por ninguna frivolidad para
permanecer en casa más tiempo del señalado, salvo
que vuestro estado de salud no os lo permita.
3.° Una vez llegados a casa, saludad enseguida
de mi parte y de la de vuestros superiores, a los
padres, al párroco, al maestro y a las demás
personas con quienes tenéis alguna obligación. Es
éste un estricto deber de gratitud, que agradará a
los otros y, además, será ventajoso para vosotros
mismos.
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