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un no se qué de inspirado. Volvimos otra vez a
nuestro silencio, dejándonos llevar por mil
emociones.
>>Finalmente empecé yo a hablar, por segunda
vez:
>>-Diga don Bosco, >>no le parece que falta
algo para completar su obra?:
>>->>Qué quieres decir con estas palabras?
>>-Yo permanecí indeciso un momento, después
reanudé la conversación.
>>->>No va a hacer nada por las muchachas? >>No le
parece que si tuviésemos también un instituto de
religiosas, afiliado a nuestra Pía Sociedad,
fundado por usted, esto sería la coronación de la
Obra? También el Señor tenía piadosas mujeres que
le seguían et ministrabant ei. íCuántas cosas
podrían hacer ellas en favor de nuestros alumnos
pobres! Y además, >>no podrían hacer con las
muchachas lo que nosotros hacemos con los
muchachos?
>>Yo había vacilado para manifestar mi
pensamiento, porque ((**It8.418**)) temía
que don Bosco fuese contrario. Pero él pensó un
poco y después, con gran maravilla mía, respondió:
>>-Sí, también se hará esto: tendremos las
hermanas, pero no en seguida; un poco más tarde>>.
De hecho fueron instituidas regularmente en el
1872.
Al día siguiente don Bosco escribía a los
alumnos de Lanzo:
Mis queridos hijitos de Lanzo:
No podéis imaginaros, hijos queridísimos, la
alegría que me causó la visita de vuestro
director, don Juan Bautista Lemoyne, con vuestro
representante Chiariglione, mi buen amigo.
Mi alegría creció aún más, al leer las bonitas
y cariñosas composiciones enviadas por las
distintas clases, varios alumnos, asistentes,
maestros y el Prefecto. He querido leerlas todas
sin parar, ni interrumpir su lectura, nada más que
por alguna lágrima de emoción. Quisisteis, además,
añadir una ofrenda en dinero para la nueva
iglesia, y esto colmó mi alegría y vuestra bondad.
Mis queridos hijos, recibid mi agradecimiento.
La verdad es que habéis dicho cosas que no se me
pueden aplicar a mí mismo, pero yo las recibo como
prenda del cariño de vuestro buen corazón.
íQue os bendiga siempre el Señor! Don Juan
Bautista Lemoyne os dirá muchas cosas de mi parte;
él es vuestro director, queredle, obedecedle y
confiaos a él como a mí mismo. El trabaja
solamente para vuestro bien. íCuántas cosas me
contó de vosotros!
Celebrad, pues, que os diga: -íViva el señor
director, don Juan Bautista, y vivan todos los
demás superiores del Colegio! íVivas y largos
aplausos para todos mis queridos hijos de Lanzo!
Espero volver a veros pronto y hablaremos de
cosas muy importantes.
Mientras tanto, rogad por mí, que no dejaré de
encomendaros al Señor en la santa misa.
(**Es8.358**))
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