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falta y, acabada la guerra, volvió a casa, donde
cumplió con su conducta el vaticinio de don Bosco.
A la par que consolaba a las madres, con el
celo preventivo que poseía en grado maravilloso,
se servía de las Lecturas Católicas para infundir,
en los hijos que partían al campamento,
sentimientos de fe, espíritu de sacrificio,
fidelidad en el cumplimiento de sus deberes. En el
mes de julio apareció el fascículo: Una palabra de
amigo al ejército, por Víctor Marchiale. En el
prólogo se lee:
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El autor, que es un sacerdote, explica en tres
artículos las palabras de san Pedro (I, 2, 17):
Deum timete -Regem honorificate -Fraternitatem
diligite; (Temed a Dios -Honrad al Rey -Amad a los
hermanos). Y demuestra: 1.°, que el respeto humano
es una villanía y una locura; 2.°, que la
obediencia es una virtud necesaria (montar la
guardia, hacer la instrucción militar, exponer la
vida en el campo de batalla); 3.°, que se debe
vencer el egoísmo y ser generosos perdonando las
ofensas y no armando contiendas.
En el apéndice se narraban dos hechos: Juan
Sobieski y la liberación de Viena y Una gracia de
María Auxiliadora.
Finalmente, incluía algunos cantos para los
militares.
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