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muchas cartas que conservamos en el archivo. La
primera es de la marquesa Nerli:
J. M. J.
Florencia, 15 de junio de 1866
Reverendísimo don Bosco:
Como ya le anunciaba en otra carta, mi único
hijo ha partido voluntario al ejército y formará
en el batallón de Guías del Ejército Regular,
persuadido de que es su deber prestar este
servicio al País. Su decisión ha caído sobre mi
cabeza como un rayo, porque, si bien de un mes a
esta parte mostraba este gran deseo, yo no le
creía capaz de darme tan grandísimo disgusto, pues
ha llegado a esta edad y jamás había emprendido la
menor cosa sin consentimiento de su madre.
íQué tiempos más desgraciados los nuestros! Le
será a usted más fácil comprender mi estado de
ánimo que a mí demostrarlo. íEstoy herida en la
parte más sensible y, si Dios en su infinita
misericordia no me hubiese socorrido con su
gracia, habría perdido la razón! íEn cuántas cosas
((**It8.403**)) pienso;
pero la primera es en el alma de mi hijo, porque
antes que nada, me siento ligada a ella, que es
eterna!
Usted recordará cuánto le recomendé a mi hijo y
las hermosas promesas que me hizo.
Ahora es, verdaderamente, el tiempo de
cumplirlas y cuento con sus oraciones y las de sus
muchachos. En medio de tanta amargura me consuela
el pensamiento de que para Dios no hay imposibles,
que de un gran mal puede sacar un gran bien y
presiento en el fondo de mi corazón que Mario,
lejos de la familia, donde era idolatrado, sentirá
la necesidad de ser más devoto, y pensará más en
su alma, a la vista de los grandes peligros a que
se halla expuesto.
Ahora está en Milán, pero parece que mañana
debe partir hacia el depósito de movilización de
Caserta, lejos del fuego de momento, pero siempre
en medio de peligros de toda clase, si María
Santísima, no me lo salva. Oiga, prometo desde
ahora a esta gran Madre que, si me lo protege de
tantos peligros corporales y me lo devuelve a casa
todavía mejor y más devoto de lo que era, haré un
donativo para la nueva iglesia de Turín dedicada a
María Auxiliadora, que se está construyendo bajo
su dirección. Usted me guiará en la elección, ya
que no sé lo que será de mayor utilidad, porque
deseo sea algo que sirva. Espero poder satisfacer,
a su debido tiempo, esta promesa.
Me encomiende mucho a Dios, para que también
aproveche esta aflicción para bien de mi alma. La
señora Uguccioni quiere se la recuerde. Bendígame
diariamente junto con mi hijo y familia y créame.
Su segura servidora
ENRIQUETA NERLI
La otra carta está dirigida al caballero
Oreglia.
Florencia, 11 de julio de 1866
Amabilísimo Señor:
Habría deseado responder con más presteza a su
muy apreciada carta del 26 de junio y decirle que
estaba muy contenta de saber que mi hermana y mi
cuñado habían
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