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y hablar de ellas a su vuelta. Si bien yo desearía
que fuese pronto, acabe, sin embargo, todo lo
suyo; día más, día menos procuraremos
arreglárnoslas.
El jueves 21 estaré en Mirabello: >>quién sabe,
si a lo mejor pasa usted por allí a su vuelta y
hacemos así juntos el viaje a Turín?
Hacemos la novena de Nuestra Señora de la
Consolación; todos los días celebro la santa misa
y se ofrecen algunas comuniones por la familia
Villarios y Vitelleschi, que tantas atenciones le
dispensan y trabajan con tanto celo por esta
nuestra Casa.
Dios le bendiga y le conceda un buen viaje, y
me crea siempre en el Señor.
Turín, 15 de junio de 1866
Su afectísimo amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
P.S.-La cúpula de la iglesia sigue elevándose y
no espera más que dinero.
Por varios motivos deseaba el Siervo de Dios el
regreso del Caballero Oreglia. Tenía éste mucha
influencia sobre dos salesianos jóvenes,
ampliamente beneficiados en todo, los cuales,
dominados por la soberbia y la manía de libertad,
ocasionaban en aquellos días graves disgustos. Don
Bosco esperaba que se rendirían y calmarían con
las palabras del Caballero. Las cosas habían
llegado a tal punto que el Siervo de Dios tenía
que soportarlos en paz, por miedo a que dieran un
mal paso.
Tenemos indicios de estas sus penas por una
carta a la condesa Callori, que conocía a aquellos
dos individuos.
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Benemérita señora Condesa:
El 21 del corriente mes, si el Señor me lo
permite, pienso hacer una parada en Casale, a la
ida o a la vuelta; entonces tendré la satisfacción
de entretenerme un poco con usted hablando de
algunos de mis viajes, bastante más lejos.
C... y L... parecen locos. Desprestigian y
amenazan publicar cosas contra don Bosco; y al día
siguiente de sus amenazas apareció un artículo
contra nuestra Casa en el Conte di Cavour. Algunos
se lo atribuyen a ellos. Compadezco la miseria
humana y cada día me convenzo más de que hay que
trabajar por la gloria de Dios y no por la
benevolencia de los hombres.
Me encomiendo de modo especial a sus devotas
oraciones.
Que Dios les bendiga a usted, a su señor marido
y a toda la familia,
mientras con sentida gratitud tengo el honor de
profesarme.
De V. S. Benemérita
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Por aquellos días eran muchas las madres,
preocupadas por la suerte de sus hijos, que
acudían al Venerable, para que las encomendase a
la protección de María Auxiliadora. Elegimos dos
de entre las
(**Es8.345**))
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