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((**Es8.342**) la confesión y la comunión con fruto y con fervor. Salúdame a tus dos hermanos, a Manuel Callori y a los otros piamonteses de aquí que tú sepas me son conocidos. Dios te bendiga y te conserve en su santa gracia; ruega por mí, que soy. Turín, 1 de junio de 1866 Tu afectísimo en el Señor JUAN BOSCO, Pbro. Querido Manuel: En la apreciada carta que te has dignado mandarme, me pedías que rogase a la Santísima Virgen te concediese buena voluntad y energía para estudiar. Lo he hecho con gusto y de corazón durante todo el mes de María. Pero no sé si habré sido escuchado. Mucho me gustaría saberlo; aunque tengo motivos para creer que sí. Papá, mamá y Acelia están bien; con frecuencia les veo a las cinco y media de la tarde y gran parte de nuestra conversación siempre es sobre ti. Los demás están siempre preocupados por miedo a que no adelantes en los estudios y así añadas un disgusto más a los muchos que ya sabes han tenido este año. Yo siempre les consuelo, apoyado en el talento, la buena ((**It8.398**)) voluntad y las promesas de Manuel. >>Me equivocaré? Creo que no. Dos meses más y después ímenuda fiesta, si sales bien en tus exámenes! Por tanto, mi querido Manuel, yo seguiré encomendándote al Señor; tú haz un esfuerzo: trabajo, diligencia, sumisión, obediencia, todo en movimiento para que salgas bien en los exámenes. Dios te bendiga, querido Manuel, sé siempre el consuelo de tus padres con tu buena conducta. Ruega también por mí, que de corazón soy. Turín, 1 de junio de 1866 Tu afectísimo amigo JUAN BOSCO, Pbro. El 1.° de junio los clérigos del Oratorio, estudiantes de filosofía y teología, habían realizado satisfactoriamente sus exámenes en el Seminario, y en la mañana del 2 de junio llegaba don Bosco a Lanzo, donde era recibido con gran entusiasmo. En tal ocasión, con aquella amabilidad paternal que no olvida nada y todo lo prevé, dijo cómo don Juan Bonetti había sido recibido en Mirabello con grandes festejos, cuando el pasado noviembre asumió el cargo de Director; pero que el Director de Lanzo, ya fuera por el luto que apenaba al Colegio, ya fuera por haber recibido el mandato con tanta urgencia, había entrado solo, sin fiestas, ni presentaciones; que deseaba, y así lo había dispuesto, que la fiesta de san Felipe supliera la falta del alegre recibimiento. Por su parte, se dedicó toda la tarde a confesar. Al anochecer llegó al Colegio la banda de música del Oratorio con los cantores, haciendo resonar sus marchas por las calles del pueblo. Don Bosco apareció a la puerta de la iglesia, aplaudido frenéticamente por los (**Es8.342**))
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