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la confesión y la comunión con fruto y con fervor.
Salúdame a tus dos hermanos, a Manuel Callori y a
los otros piamonteses de aquí que tú sepas me son
conocidos.
Dios te bendiga y te conserve en su santa
gracia; ruega por mí, que soy.
Turín, 1 de junio de 1866
Tu
afectísimo en el Señor
JUAN BOSCO, Pbro.
Querido Manuel:
En la apreciada carta que te has dignado
mandarme, me pedías que rogase a la Santísima
Virgen te concediese buena voluntad y energía para
estudiar. Lo he hecho con gusto y de corazón
durante todo el mes de María. Pero no sé si habré
sido escuchado. Mucho me gustaría saberlo; aunque
tengo motivos para creer que sí. Papá, mamá y
Acelia están bien; con frecuencia les veo a las
cinco y media de la tarde y gran parte de nuestra
conversación siempre es sobre ti. Los demás están
siempre preocupados por miedo a que no adelantes
en los estudios y así añadas un disgusto más a los
muchos que ya sabes han tenido este año. Yo
siempre les consuelo, apoyado en el talento, la
buena ((**It8.398**))
voluntad y las promesas de Manuel. >>Me
equivocaré? Creo que no. Dos meses más y después
ímenuda fiesta, si sales bien en tus exámenes! Por
tanto, mi querido Manuel, yo seguiré
encomendándote al Señor; tú haz un esfuerzo:
trabajo, diligencia, sumisión, obediencia, todo en
movimiento para que salgas bien en los exámenes.
Dios te bendiga, querido Manuel, sé siempre el
consuelo de tus padres con tu buena conducta.
Ruega también por mí, que de corazón soy.
Turín, 1 de junio de 1866
Tu afectísimo amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
El 1.° de junio los clérigos del Oratorio,
estudiantes de filosofía y teología, habían
realizado satisfactoriamente sus exámenes en el
Seminario, y en la mañana del 2 de junio llegaba
don Bosco a Lanzo, donde era recibido con gran
entusiasmo. En tal ocasión, con aquella amabilidad
paternal que no olvida nada y todo lo prevé, dijo
cómo don Juan Bonetti había sido recibido en
Mirabello con grandes festejos, cuando el pasado
noviembre asumió el cargo de Director; pero que el
Director de Lanzo, ya fuera por el luto que
apenaba al Colegio, ya fuera por haber recibido el
mandato con tanta urgencia, había entrado solo,
sin fiestas, ni presentaciones; que deseaba, y así
lo había dispuesto, que la fiesta de san Felipe
supliera la falta del alegre recibimiento.
Por su parte, se dedicó toda la tarde a
confesar. Al anochecer llegó al Colegio la banda
de música del Oratorio con los cantores, haciendo
resonar sus marchas por las calles del pueblo. Don
Bosco apareció a la puerta de la iglesia,
aplaudido frenéticamente por los
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