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de conciliación. El 24 de noviembre escribía el
Canónigo al Conde que no era posible imponer al
Obispo nuevos sacrificios, que Paravía se había
quejado de que no se pusiese fin a la enojosa
cuestión y que sentía mucho tener que pensar en
seguir el procedimiento judificial con grave
aumento de gastos. Y que, por lo tanto, sentía que
el aumento del adeudo a Paravía había sido
ocasionado por las demoras que don Bosco había
convenido para el pago. Terminaba rogando al Conde
intercediese todavía con don Bosco, para que
mantuviese la palabra empeñada y cesase la
angustiosa posición de todos los que habían tenido
y aún tenían parte en aquel asunto.
El Conde le respondía a primeros de diciembre:
Rvmo. señor Canónigo:
...Ayer por la mañana fui a ver a don Bosco y
he aquí el resultado de nuestra entrevista.
Don Bosco está totalmente dispuesto a mantener
la propuesta, tal y como se hizo para la
conclusión definitiva de la controversia; esto es,
que él se encargaría de pagar la deuda con Paravía
por la cantidad que se había estipulado, de cuatro
mil doscientas liras. Esta cantidad se había
fijado expresamente y con el fin de que fuera
establecida la verdadera deuda de don Bosco,
además de las mil quinientas convenidas a devolver
al señor Obispo, para cuyo pago don Bosco no pone
dificultad.
La cuestión aparecida después sobre los
intereses y los gastos del pleito se presenta bajo
otro aspecto: o se trata de los intereses que
pueden correr después del acuerdo del litigio, y
es justo que, si don Bosco no puede satisfacer
enseguida al señor Paravía las cuatro mil
doscientas liras a que se ha comprometido, asuma
pago de los intereses desde el momento del acuerdo
en adelante, a lo que don Bosco asiente
enteramente; o se trata de los intereses que puede
pretender Paravía, anteriores a la fecha del
acuerdo, en cuyo caso me parece que, como éstos no
se han especificado en el acuerdo, deberían entrar
en el número de las eventualidades de las que el
señor Obispo o el teólogo Valinotti deberían haber
advertido a don Bosco.
Dígase lo mismo en cuanto al importe del
pleito. Tal, al menos, debería ser el efecto del
asunto, aceptada la deuda de Paravía, por la
precisa cantidad de cuatro mil doscientas liras,
si no me equivoco 1 y la otra condición de que don
Bosco fuese relevado de cualquier ((**It8.386**)) otra
pretensión y que todo esto se hizo con el objeto
de especificar la verdadera deuda de don Bosco,
que de este modo se reducía a pagar cuatro mil
doscientas liras a Paravía y las mil quinientas
debidas a Monseñor. Al menos, basta que él lo
diga, así fue el sentido de mi proposición.
Dice usted que Monseñor no está dispuesto a
hacer más sacrificios que los convenidos; pero
parece que éste no se puede decir que es nuevo,
como tampoco podía decirse que lo es cualquier
otro que resultase de una de las eventualidades a
las que se refiere la condición acordada de que
don Bosco fuera relevado de toda petición y
molestia. Por lo demás, si Monseñor estuviese
dispuesto a hacer cualquier sacrificio, usted sabe
que lo haría en favor de una obra que es
manifiestamente digna de toda simpatía.
1 La cantidad precisa era, como ya hemos visto,
de 4.265 liras.
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