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de 1864 a 1866, esto es, del tiempo en que éste
había tomado la administración de las Lecturas
Católicas. El Conde fue dos veces al Oratorio y no
pudo cumplir el encargo, porque don Bosco se
encontraba fuera de Turín: no obstante dejó al
secretario la carta de Monseñor, a quien escribió,
entre otras cosas, el 4 de junio:
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El 5 de junio escribía el Obispo de Ivrea al
Conde agradeciéndole su trabajo y, pidiendo
excusas, insistía en querer ver la contabilidad de
don Bosco; que su causa era tan grave que no podía
tomar una decisión sin tener pleno conocimiento;
aseguraba que había otras consideraciones que
podían ciertamente demostrar una realidad de las
cosas, muy diferente al aspecto con que las había
considerado el Conde.
Rotas de este modo las diligencias por parte
del conde Cays, los de ((**It8.381**)) Ivrea
se vieron obligados a reemprenderlas el 20 de
julio, pues el tipógrafo Paravía les había mandado
una intimación legal para el pago de su crédito y
la causa se había puesto en marcha.
El Teólogo Valinotti se lo notificó al Conde,
rogándole viera si podía todavía llegar a tiempo
para conciliar el litigio e impedir el escándalo
del pleito entendiéndose con el abogado Deamicis.
Le prometía que todo lo que ellos hicieren estaría
bien hecho y le daba su palabra de contentar a
Monseñor. Le mandaba, además, una carta del
canónigo Pinoli, según la cual resultaba que las
últimas pretensiones de Monseñor serían que, al
quedar don Bosco como propietario de las Lecturas
Católicas, tomase a su cargo la deuda con Paravía
y a él le entregase la suma de mil setecientas
liras, como saldo de todo su haber, y no solamente
mil ciento sesenta y tres con ochenta y dos
céntimos.
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