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y la misma promesa. No me consta de nadie que haya
recurrido en vano. Un favor espiritual o temporal,
más o menos señalado, fue siempre el fruto de la
petición y del recurso hecho a la piadosa Madre, a
la poderosa Auxiliadora de los Cristianos.
Recurrieron a Ella, obtuvieron su celestial favor,
e hicieron su oferta sin habérsela pedido de
ningún modo>>.
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