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y que espero hacerme sacerdote, ver truncadas en
un momento todas mis esperanzas?
((**It8.350**)) ->>Qué
quieres que haga? En casa podrás encontrar
cualquier otro modo para ganarte el pan.
-Y >>qué van a decir los compañeros del pueblo
cuando me vean volver? íQué vergüenza! Mis padres
no pueden ponerme a estudiar, tendré que ir a
trabajar al campo.
Y lloraba.
-Pero, querido mío: >>qué quieres que haga yo?
Estoy cargado de gastos y de deudas. Ten
paciencia. Veremos para el año que viene.
-íDon Bosco, no me abandone! Hágame esta
caridad. Contente a mis padres que ahora se hallan
tan afligidos.
-Comprende que, si yo te rebajo la pensión a
ti, es lo mismo que rebajar el pan a otros
pobrecitos...
El muchacho estaba agobiado por el dolor. Don
Bosco continuó:
-Bueno, todavía no te lo niego, pero con una
condición... Dime: >>eres bueno?
-Haré todo lo posible para serlo y para que
usted esté contento.
-Bien, te creo. Pero necesito elegir a uno que
se responsabilice de ti, que vigile continuamente
tu conducta, que me pueda decir si verdaderamente
mereces el favor que me pides...
-Sí, señor; acepto la condición, ya verá.
-Y que tú sigas los consejos del que elegiremos
para ser tu amigo y custodio.Sí, señor, le
obedeceré. Dígame usted a quien quiere.
->>Conoces aquí en la casa a un tal don José
Bongiovanni?
-Sí, señor, respondió el joven con voz
ligeramente alterada.
-Muy bien. Ve ahora a verlo y dile lo que te he
dicho yo a ti. Fíate totalmente de él y estarás
contento. Mientras tanto te prometo que, si don
José Bongiovanni me da buenas noticias, no
solamente te rebajaré la pensión a diez liras al
mes, sino hasta a cinco y que, si tus padres no
pudieren pagar nada, yo estoy dispuesto a tenerte
gratuitamente.
El jovencito besó la mano a don Bosco, se
retiró cabizbajo ((**It8.351**)) y fue
en busca de don José Bongiovanni, a quien don
Bosco ya había prevenido y dado instrucciones para
el caso.
Al domingo siguiente hubo fiesta solemne y
desfiló el Clero, precediendo a los ministros
camino del altar. íCon gran maravilla de todos los
alumnos, que atentamente observaban, avanzaba
entre los demás monaguillos, aquél tal, con los
ojos bajos y rojas las mejillas, revestido de
sotana y roquete! Pasó vergüenza sólo aquel día,
porque
(**Es8.302**))
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