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en privado a varios de los murmuradores, habló muy
fuerte una noche haciendo saber que sostendría el
Clero a toda costa. Pero no se calmó con ello
aquella excitación. Entonces, después de
lamentarse de la ineficacia de sus palabras,
anunció finalmente que quien en adelante usara el
calificativo de Bongioannistas para despreciar a
los compañeros, o de cualquier modo se burlase de
los del Clero, sería despachado inmediatamente del
Oratorio.
Pero los irreflexivos estaban tan envenenados
que, abusando de la bondad de don Bosco, no
dejaron su mala costumbre, con lo que, también por
otras faltas, fueron enviados a sus casas. Quedaba
todavía en el Oratorio uno de ellos; era un
muchacho de ((**It8.349**)) gran
talento, aplicado y, por lo demás, de buena
conducta; pero tenía un rencor incalificable
contra el Clero. El mismo, tras el aviso de don
Bosco, en vez de cambiar de plan, se había
enconado y frecuentemente repetía el apodo
injurioso, añadiendo:
-Antes que pertenecer al Clero, prefiero ser
expulsado, íprefiero la muerte!
Y mascullaba la palabra acusón contra el que
creía había sido la causa de la expulsión de sus
amigos.
Le sabía mal al Venerable implicar a aquel
muchacho en la sentencia dada a los demás, y así,
disimulando como si ignorase su insolencia, esperó
una ocasión favorable, que no tardó en llegar. El
muchacho quería mucho a don Bosco y creía que los
del partido del Clero se habían apoyado en el
Superior solamente para sostener su causa. Cierto
día se presentó en la habitación de don Bosco con
los ojos arrasados en lágrimas y una carta de sus
padres.
Estaba persuadido de que don Bosco no sabía
nada de la parte que había tomado contra el Clero.
El Venerable le recibió cariñosamente y le
preguntó qué deseaba:
-He venido para pedirle un favor.
-Pues >>qué quieres?
-Mis padres me han escrito esta carta.
->>Están bien tus padres?
-Sí, señor, están bien de salud; pero me dicen
que los negocios de casa van mal y que han tenido
muchas desgracias.
-íLo siento de veras!
-Ya no pueden pagar las dieciocho liras
mensuales de pensión;
me dicen ruegue a usted que tenga la caridad de
rebajarme a diez liras porque, de lo contrario, se
verán obligados a llevarme a casa.
->>Y qué dificultad tienes en ir a casa?
-íAh, don Bosco! >>lrme a casa? >>Yo que voy
bien en los estudios
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