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no midió bien la posibilidad de sus recursos, fue
siempre óptima la intención; tuvimos de su parte
una ayuda no despreciable; y, sobre todo, él dio
el primer ejemplo, emulado después, en santa
porfía, por los administradores de otras muchas
instituciones. Ahora él nos propone esta solución.
Recibiría huérfanos de doce a diecisiete años. Los
mantendría durante tres o cuatro años; les
enseñaría un oficio, cuyas ganancias (cuando en el
aprendizaje hayan hecho algún progreso) puestas a
interés, irían a parar a su favor al salir del
internado. Pide como retribución seiscientas liras
por cada huérfano. La capacidad del lugar nos hace
creer que la propuesta sería factible para diez
muchachos.
>>Por el lado económico, el proyecto se nos
presenta desde luego aceptable, tenida cuenta de
la proporción entre la cantidad pedida, el número
de alumnos a mantener y educar, y la serie de años
a que el oferente se compromete.
Los informes del Instituto, que con todo esmero
hemos buscado, son tales que ofrecen toda suerte
de garantías de sanidad, moralidad y conveniencia
de métodos; de tal forma que no dudamos en
recomendar a la Comisión la aceptación de la
propuesta, con tal de que la Junta directiva tenga
las cautelas oportunas para que, en el caso de que
el Instituto hubiese de cesar, antes de haber
cumplido el compromiso adquirido, se devuelva una
cantidad de la suma desembolsada, proporcional a
la parte de las obligaciones que quedarán
incumplidas.
>>Por otro lado, este acuerdo con el Instituto
Bosco nos prestaría ocasión para socorrer a
ciertos muchachos, que, si bien viven más
pobremente que otros, no reúnen las condiciones
que el inflexible rigor de la disciplina de otros
establecimientos requiere para la admisión, y con
los que ((**It8.335**)) en
cambio por ciertos vínculos no se pararía en
menudencias con los más nulos.
>>Citemos, por ejemplo, la condición,
universalmente exigida, de que sean huérfanos de
padre, si bien haya habido algunos
establecimientos que, por favor especial a
nuestros huérfanos, no la hayan tenido en cuenta;
mientras sucede a menudo que existen niños más
pequeños privados de la madre que no reciben
ninguna o muy poca ayuda del padre, tanto moral
como material, debido a que éste no puede o no
quiere dársela...>>
Don Bosco, pues, había prometido y se obligaba
por la suma citada a albergar, mantener, vestir,
instruir y educar a los huérfanos, preparándoles
para un arte u oficio, y aun para los estudios, de
acuerdo con los reglamentos y costumbres del
Instituto, por un tiempo no inferior a tres años.
Los muchachos admitidos ya habían sido
destinados a los estudios, y estaban contentos, a
la par que atendían con interés a sus deberes.
Pero la Comisión de Ancona, antes de enviar otros,
se había creído en la obligación de someter el
Oratorio a la vigilancia de una Junta que tutelase
el bienestar de sus recomendados.
N. ° 322
Ancona, 7 de abril de 1866.
La Comisión de socorro, en su reunión del 25
del pasado marzo, a propuesta de la Junta,
aprobaba el proyecto presentado por V. S. Ilma.
para recibir en su Instituto
(**Es8.289**))
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