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de la nueva iglesia, supone un gasto bastante
mayor de cuanto habíamos calculado. Debe tener
cuatro metros de altura, por tanto con bronce de
probado y trabajado con esmero. El coste asciende
a doce mil liras; una señora se ofrece por ocho
mil. Yo no pretendo comprometer a usted para el
resto, a menos que esta Madre hiciese nevar
moneditas de oro en su casa.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea
siempre con nosotros y nos libre de peligros
mayores que cada día se avecinan.
Con sentida gratitud me profeso
De V. S. benemérita
Turín, 31 de marzo de 1866.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Muy oportuno para las finanzas de don Bosco
resultaba el fascículo del mes de abril de las
Lecturas Católicas: El empleo del dinero, por José
Frassinetti, Prior de Santa Sabina, en Génova.
Es un librito de oro que debería correr por las
manos de todos los católicos. Demuestra que el
dinero es la mayor potencia del mundo, y en manos
de los malos la causa de mucha perdición. Lamenta
la falta de generosidad de los buenos y dice que
resulta humillante su parquedad para sostener las
instituciones católicas, las cuales languidecen
abrumadas por los impíos. Establece la gran máxima
que era la misma de don Bosco: <((**It8.331**)) que
lícita y prudentemente puedan hacer en servicio de
la buena causa; deben pensar no en el deber sino
en el poder, y éste, pudiendo cumplirlo>>. Insiste
en la importancia de que los católicos se unan en
sociedad para poner en común los medios de que
disponen para conseguir un determinado fin.
Exhorta, no solamente a los ricos, sino también a
los pobres, haciendo ver cómo especialmente los
pobres, aunque con sus pocos céntimos, son el
sostén de ciertas obras, como La Propagación de la
Fe y la Santa Infancia y representan la fuerza de
muchos millones.
En el mes de mayo se imprimía el fascículo:
Historias y Parábolas del Padre Buenaventura, con
un apéndice sobre el No tengo tiempo. Es un
material estupendo para pláticas a los muchachos y
al pueblo.
En junio: Teódulo, o sea, el hijo de bendición,
modelo para la juventud, por el padre Miguel Angel
Marini. Es la biografía de un virtuoso estudiante
belga que vivía en la casa paterna.
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