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convertiría en realidad, pero no de golpe. Por eso
el Siervo de Dios se industriaba hasta pidiendo
dinero prestado a sus amigos, quienes ponían en él
toda su confianza, sabedores por propia
experiencia que la misma Madre de Dios salía
fiadora.
Escribía así al conde Francisco de Viancino:
Carísimo señor Conde:
Estoy dispuesto a recibir al joven Cinzano que
V. S. carísima con su acostumbrada caridad me
recomienda, y ver si puede estudiar; he de hacerle
notar que nosotros no tenemos los grados
elementales y el muchacho cursa el segundo. Habrá
que ver, además, qué aptitudes tiene para los
estudios. Puede usted hacer lo siguiente:
entréguele una página de un libro cualquiera, que
la aprenda de memoria y, apenas se haya usted
formado un juicio, me lo comunique y veremos de
encaminarlo.
Pero tengo estos días algo que me apena y me
preocupa. He de pagar cuatro mil liras a primeros
de abril. Contaba con los boletos de la tómbola,
que gracias a Dios se están vendiendo bien, pero
el ingreso del dinero va despacio. Se trata de
dinero debido a un proveedor de materiales para la
iglesia, del que nos dice tener absoluta
necesidad. >>Podría V. S. Ilma. hacerme esta
caridad, o mejor, hacérsela a la Santísima Virgen
Auxiliadora? >>Qué me dice? Aunque no fuese más
que un préstamo suyo o de cualquier otro a cuenta
mía, bastaría para salir del apuro. Ciertamente
que semejante acto de caridad le merecería la
debida recompensa y, además, copiosas bendiciones
en la tierra y una hermosa habitación para usted y
su familia en el Cielo cerquita de la Madre de
Dios.
Mi familia y yo nos encomendamos a la caridad
de sus devotas oraciones, mientras tengo el honor
de poderme profesar con todo mi afecto
De V. S. Carísima en el Señor
Turín, 30 de marzo de 1866.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Escribía también a la condesa Callori:
Benemérita señora Condesa:
Alleluia! Estamos en Pascua y por eso pensamos
en pagar nuestras deudas. Tengo dos mil liras a
disposición del señor Conde, su marido. Si
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con las otras dos mil, haré lo posible para que
las tenga antes de que acabe la semana; en caso
contrario me serviré de ellas hasta junio. Si
tiene algún sitio adonde yo pueda llevarlas, bien;
fuera de esto haré una escapadita a Casale.
No he podido ocuparme del librito sobre el
Santísimo Sacramento; pero creo que su impresión
está bien calculada. El Obispo de Mondoví me envió
el manuscrito y en la semana entrante empezaremos
la composición tipográfica. Ciertamente es un
trabajo algo largo, pero gustará.
Alleluia!, señora Condesa, ífelices Pascuas!
Derrame el Señor copiosas bendiciones sobre usted,
su piadoso marido y toda su respetable familia.
Me olvidaba una cosa. La estatua de la Virgen,
que ha de colocarse sobre la cúpula
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