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((**Es8.267**) de las Comisiones examinadoras se habían mostrado contrarios a los que se habían de quedar en el Oratorio. Ya hemos visto cómo buscaban impedir que fuesen admitidos en la Universidad en 1863, y la oposición al delegado provincial de enseñanza Selmi, porque en 1864 había autorizado temporalmente profesores sin títulos en las clases de bachillerato del Oratorio. En 1865 cesó un poco esta posición, que sordamente continuaba, gracias al alcalde de Turín Galvagno, que había recomendado bastantes muchachos a don Bosco y que fueron aceptados en el Oratorio. No obstante, y como ya hemos narrado, no se quiso conceder en un principio el examen de doctorado a Juan Bautista Francesia, al terminar el tercer curso de Letras, mientras se había otorgado el mismo favor a otros; a don Celestino Durando, aunque por otros motivos, el Presidente de la Comisión le negaba la capacidad para la enseñanza de Retórica, y sólo después de unos meses se resignó a concederle el diploma por orden expresa del Ministerio; don Miguel Rúa, que había aprobado el examen escrito, no fue admitido al oral, porque no se quiso reconocer como legal un documento. Hay que notar, por otra parte, que en las escuelas del gobierno, muchos profesores enseñaban simplemente por decreto real, otros sin tener ningún diploma y otros titulares con diploma se hacían sustituir por un maestro sin título alguno. Por este lado, eran todavía tiempos de lucha continua los de don Bosco; tanto más cuanto que aún en los momentos de tregua aparente, él conocía las intenciones y las tramas de quien le hostigaba. Dio indirectamente testimonio de la gravedad de esta lucha el Gran Oriente de la Francmasonería oficial de Turín, ((**It8.308**)) el cual, al finalizar el año 1865 se encontró con don Bosco y le dijo: -íCómo le hacen sudar, pobre don Bosco! Pero daré orden para que le dejen en paz! Y parece que los efectos correspondieron a la promesa. Pero el Siervo de Dios ya había madurado su proyecto. Durante este año algunos de los profesores del bachillerato del Oratorio daban clase sin diploma, puesto que los profesores titulares estaban ocupados con otros importantes cargos. El Delegado Provincial de enseñanza se había conformado sin más, con la acostumbrada declaración o estadística anual, pero tal estado de cosas no podía durar; era menester una prueba decisiva que liberase al Oratorio de toda ligadura; hacía falta el valor de un golpe de Estado. -Tengo todas las cargas de un padre de familia, pensó don Bosco; y >>por qué no debo tener los derechos según la ley? (**Es8.267**))
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